“Mateo solo bien se lame” 50 años: el mejor álbum de la música uruguaya
Medio siglo de una ópera prima que sigue siendo referencia para todo músico popular. El irrepetible Eduardo Mateo, espectacular y obsesivo, grabó en caóticas sesiones piezas que discurren por el candombe, la bossa, el samba, la canción de cuna, los vestigios beat, el folk, el canto yoruba, la milonga, en fin, una mezcla interminable de ritmos, poéticas y estados de ánimo. Según los uruguayos se trata del mejor disco. ¿Es lo mejor de Mateo?
Eduardo Mateo custodió celosamente una convicción: a él sólo le correspondía trabajar en cuestiones vinculadas con el arte. Esta noble obstinación, sumada a su aislamiento de índole espiritual (vinculado a un incipiente interés hinduista) convirtió al músico en un mendigo, un hombre que mangueaba dinero en las calles de Montevideo, a fines de los setenta. Llegó a perder varios dientes. Un bichicome.
Corrían los años de la dictadura uruguaya (1973-1985) y Mateo era tildado de “divagante”. Diletante, linyera, loco. Alguien a quien evitar. Su círculo había partido al exilio; él había decidido quedarse. No gozaba, Mateo, de la venia moral de la dictadura. Era visto por muchos como una persona en medio de un indudable conflicto psíquico.
En esa época (75´, 76´, después de haber grabado "Mateo solo bien se lame") el músico pasaba los días rodando por Montevideo, con problemas derivados del uso de algunas drogas, como cuenta en “Razones locas” su biógrafo, el musicólogo y periodista brasileño Guilherme de Alencar Pinto. La policía se había ensañado con él, lo buscaba; en una oportunidad sufrió una paliza brava.
En esas circunstancias eran pocos los que le ofrecían trabajo. Contra todo, el artista mantuvo su convicción angular. Su vida comenzó a mejorar -aún con vaivenes- después del No al plebiscito implementado en 1980 por la dictadura.
Entrada la década de los ochenta, dejando atrás uno de los períodos más duros de su vida, el músico comenzaba a grabar su otra obra cumbre, un trabajo igual o más caótico que la grabación de "Mateo solo bien…" "Cuerpo y alma" sería editado finalmente en 1984. Su otra joya.
A pesar de la calle, el hambre y las pálidas, Mateo no se rebajó. Vivió haciendo música el resto de su vida. El evangelio según San Mateo. Dejó un legado impresionante. “Antes de Mateo, la nada”, Jaime Ross dixit.
Pero retrocedamos, a la primavera de 1971, cuando el técnico Carlos Píriz le propone grabar su primer disco solista. Mateo ya era una leyenda antes de iniciar su carrera individual: figura central junto a Rubén Rada en El Kinto y el artista que se destacaba en Musicasión 4 ½.
Como dice Alencar Pinto Mateo solo bien se lame "se publicó precedido de mucha expectativa porque en esa época él ya era una leyenda”.
El mejor disco es el que se hace solo
El diario El País preguntó en 2020 por el mejor álbum de la música uruguaya. El debut solista de Mateo, grabado en la primavera de 1971 en los estudios ION de Buenos Aires (en las salas donde sucede “Encuentro en el estudio”, Canal Encuentro) fue elegido como el mejor de la música popular. El disco salió a la venta en 1972.
El título lo eligió el propio Píriz, igual que el arte de tapa y las pistas que componen el disco. Mateo se había desentendido por completo. En algún momento quizá se hartó de las rutinas en el estudio. Píriz deseaba terminar las grabaciones en una semana, pero todo se extendió por meses. Entonces el músico dijo “Voy y vuelvo”. Sin avisarle a nadie regresó a Montevideo.
El bien se lame se traduce en bien se arregla, en soledad, sin tanto espamento. Todos las canciones fueron compuestas y ejecutadas por Mateo: guitarra, canto, percusión, arreglos.
En este caso decir arreglos es decir improvisación. Mateo no tenía un proyecto, su proyecto era un no proyecto: papeles sueltos, servilletas con parte de letras, bases rítmicas que fueron surgiendo una vez en la sala de grabación.
Cuenta Píriz, el otro hombre decisivo para la existencia de este disco: “El primer día grabó, no sé, tres, cuatro cosas. Al día siguiente descartó esas tres o cuatro cosas. Borramos. Y ese proceso de borrar lo del día anterior y volver a hacer otras cosas corrió durante cuatro o cinco días. Entonces entendí que ese iba a ser el sistema para todo el disco. Empecé a guardar el material, excepto cuando eran tomas directamente equivocadas".
Admirador de João Gilberto, el disco destaca todo el estilo Mateo de tocar la guitarra, pulido luego hasta el milagro en "Cuerpo y alma". En "Jacinta" pone en primer plano todo su amor por João, la bossa y Brasil. En 1964 participó como guitarrista de un “show bailable”. Estuvo en el sur de Brasil pero también puedo viajar a otras regiones.
Entrevistado por Carlos Da Silveira Mateo relataba así el romance: “Estuvimos cinco meses de gira y recorrimos ciento cincuenta ciudades entre Porto Alegre y São Paulo. Íbamos en un ómnibus y estábamos un día en cada ciudad. Ahí aprendí un poco más... Además el brasilero es un tipo increíble y te enseña, se siente muy orgulloso de que te guste su música... ¡Y cómo tocan la guitarra!”
Alencar Pinto dice que Eduardo Mateo “era algo más que un excelente imitador de la `batida´ de João Gilberto” y, más aún: “fue, a mi criterio, el mejor guitarrista de bossa nova después del mismísimo João”.
El disco es fascinante por sus canciones y el trance que propone en muchos de sus tramos instrumentales. Solo escuchar “La mama vieja” o “Yulelé” le dan otra perspectiva a la vida cotidiana. O la hermosa canción haitiana “Zamis Loin Moin” renovada por Mateo en “De mi pueblo”.
Como en gran parte de la obra de Mateo, las melodías se presentan limpias, inscritas en el canto y el brillo de las cuerdas de la guitarra pero al mismo tiempo las armonías de las canciones imponen un complejidad muy ajustada solo posible a los grandes instrumentistas. Cuando se da el trance entre la percusión que Mateo suma a las bases de la guitarra puede suceder de todo.
“Todos los de su generación intentan cantar como Mateo. Su música, si la escuchás ahora, es verdad que estaba adelantado. Escuchás La mosca y parece un disco de ahora. Lo podría sacar, no sé, Drake”. Martín Buscaglia.
Fernando Cabrera, que pudo grabar en disco las presentaciones que hizo junto a Mateo en 1987, siente especial fascinación por "La mama vieja. “Me hipnotizó tan pronto la escuché, en 1973. Como ese tema tenía algo que se ajustaba más a lo que podía tocar a mis 16 años, de inmediato la incorporé a mi repertorio, o sea que la vine a grabar dos décadas después. Y lo hice de muchas maneras”.
A propósito de la admiración que los músicos profesan por Mateo, Fernando Cabrera compuso “Cancionero”, un mapa de referencias que forma parte de su disco “432” (2017). Por otra parte, Cabrera -tanto el compositor como el cantor- bien puede sonar como la mixtura justa entre Mateo y Zitarrosa.
“Cancionero”: Darnauchans y Lazaroff/ Dino Drexler Leo Maslíah / Galemire Olivera/ Ruben Rada Jaime Roos/ Mauri Ubal Mariana Ingold/ Pepe Guerra Carbajal/ Fattoruso Braulio López/ Rubén Lena Víctor Lima/ Viglietti el fogón anima/ Zitarrosa y al final/ Mateo cantando encima de su música abismal.
El disco completo en Spotify y Youtube:
#UnDiscoParaElFinde todos los viernes en Cba24n.
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