La cordobesa de Trelew: Susana Lesgart
Lesgart es uno de los apellidos que figura de manera repetida en los listados de asesinados o desaparecidos por el terrorismo de Estado en la Argentina. Tras un paso por el PRT, Susana Lesgart se unió a Montoneros. Fue referenta de esa organización en Tucumán. Fue la primera víctima de su familia. Dos de sus hermanas y su hermano están desaparecidos.
Susana, Rogelio, María Amelia y Adriana son hijas e hijo de un farmacéutico llegado a Córdoba desde Santa Fe. Pero no solo comparten el apellido paterno sino también un destino común: fueron víctimas del terrorismo de Estado. Los tres últimos desaparecieron en dictadura, pero Susana fue fusilada durante la Masacre de Trelew, varios años antes de 1976.
Susana nació en Córdoba el 13 de octubre de 1949. Como muchos miembros de su familia, estudió música. En su caso, el instrumento elegido fue el arpa. Se formó como docente en el Colegio Alejandro Carbó y tuvo un breve paso por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) durante 1966 y 1967 junto a su pareja de ese momento, Alejandro Yofre, pero luego fue parte de la Agrupación de Estudios Sociales. Por mediación del abogado Gustavo Roca se unió al núcleo dirigido por Emilio Maza, que fue el núcleo originario de Montoneros en Córdoba.
El 26 de diciembre de 1969, Susana Lesgart fue parte del grupo que perpetró el asalto a la sucursal de La Calera del Banco de Córdoba, una premonición de lo que sería el copamiento de la localidad en 1970 y una acción conjunta entre el núcleo cordobés de Montoneros y miembros de la conducción nacional como Norma Arrostito, que participó de esa acción.
Lesgart fue enviada a Tucumán, donde se transformó en una referente de Montoneros en esa provincia y se dedicó al trabajo docente con los trabajadores de la caña. En febrero de 1971 participó de la toma de la Casa Histórica de la Independencia en Tucumán y en noviembre fue detenida mientras conducía un vehículo cargado de armas.
Fue trasladada a la cárcel de Devoto en primer lugar, y luego al penal de máxima seguridad de Rawson. Allí, se sumó al plan de fuga junto a otros militantes de distintas organizaciones, entre ellos su pareja de ese momento, Fernando Vaca Narvaja, uno de los líderes montoneros.
El 15 de agosto de 1972, el operativo de fuga del penal patagónico tuvo algunas desinteligencias que lo hicieron fracasar. O, al menos, no tener el éxito completo. Los seis líderes de las distintas organizaciones, todos hombres –entre ellos Vaca Narvaja- llegaron a tiempo para abordar el avión que los llevaría al Chile gobernado por Salvador Allende.
En el grupo que llegó rezagado y no pudo subirse a la aeronave había 19 militantes, de las cuales cinco eran mujeres. Una semana después, y habiéndose entregado a cambio de recibir garantías públicas de su seguridad por parte de los militares, fueron fusilados 16 de ellos. Cuatro eran mujeres: Ana María Villarreal de Santucho, del PRT-ERP, de 36 años; Clarisa Lea Place, del PRT-ERP, de 23; María Angélica Sabelli, de Montoneros, de 23 años; y la más joven, Susana Lesgart, de Montoneros, con solo 22 años.
La única mujer que sobrevivió fue María Antonia Berger, de Montoneros, que contó su versión de los hechos, igual que los otros dos sobrevivientes, en una entrevista histórica con el periodista Paco Urondo. Berger, Urondo y los otros dos sobrevivientes –Haidar y Camps- de la Masacre de Trelew fueron asesinados o continúan como desaparecidos.
Hay una foto histórica previa a los fusilamientos en Trelew. Los militantes detenidos posan en el aeropuerto donde se entregaron. Susana Lesgart es la que se ve más cercana a la cámara, que la toma con un gesto desafiante ante sus captores, casi sonriendo.
Varios años después del fusilamiento de Susana, con la llegada de la dictadura en marzo de 1976 la ola de terror se iba a esparcir mucho más en la familia Lesgart. En abril de ese año fueron secuestrados Rogelio y María Amelia, hermano y hermana de Susana. En 1979 fue secuestrada su hermana Adriana. Los tres continúan desaparecidos.
La quinta hermana, Liliana, se exilió en París y se transformó en una activa militante en la tarea de visibilizar las violaciones a los derechos humanos y los tremendos delitos de lesa humanidad perpetrados por las fuerzas estatales y paraestatales durante la dictadura y previo a ella.