Dura advertencia de la Iglesia al Gobierno: "La comida no puede ser variable de ajuste"
La Conferencia Episcopal emitió una declaración el sintonía con el reclamo de organizaciones sociales que denuncian la falta de fondos y entrega de alimentos. Los pedidos apuntan al ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello.
En medio de las denuncias de organizaciones sociales por la suspensión de fondos y alimentos por parte del Gobierno para comedores comunitarios, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) emitió un comunicado advirtiendo al Gobierno nacional de Javier Milei que “la comida no puede ser una variable de ajuste”.
El texto enfatiza en la necesidad de que la asistencia “llegue sin dilación” a comedores populares y organizaciones de la sociedad civil.
Ver: El Gobierno dejó de enviar fondos y alimentos a comedores comunitarios
“Ante este escenario de trabajo sacrificado y de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una variable de ajuste. Es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria”, indica el texto de la Comisión Ejecutiva de la CEA, que preside el obispo Oscar Ojea.
La declaración se difundió este lunes, en medio de las manifestaciones y reclamos de movimientos sociales que denuncian que el Ministerio de Capital Humano, que encabeza Sandra Pettovello, demora la entrega de alimentos.
“El Estado nacional, provincial y municipal, tienen que aprovechar para que nadie se quede sin el pan de cada día. Todos los espacios de cuidado que dan de comer, todos los comedores comunitarios, de parroquias, Iglesias evangélicas, y de movimientos populares deben recibir ayuda sin dilación”.
Ver: Manifestantes "hacen fila" en el Ministerio de Capital Humano
Se trata de la primera declaración pública formal de la Iglesia Católica Argentina que expone un alerta sobre el deterioro de la situación social y alimentaria que están registrando los obispos en cada una de sus diócesis. No sólo mediante Cáritas, sino que en cada parroquia se viene produciendo una combinación complicada: más pedidos de comida con menos recursos disponibles.
“Como obispos, en el trato pastoral con la gente sencilla, hemos aprendido que: “un plato de comida no se le niega a nadie”. Es que en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan. Sin embargo, hoy, a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien”, alertó la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal.
Los obispos admiten la posibilidad de modificar el sistema de distribución de la ayuda alimentaria, pero advierten que cualquier medida o cambio tiene que hacerse “con la comida en los comedores, no sólo de la Iglesia, sino de todas las organizaciones que hace años brindan ayuda esencial” para amplios grupos sociales empobrecidos, principalmente en el conurbano bonaerense y otros conurbanos de las grandes ciudades del país.
“La inflación desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos. Lo siente claramente la clase media trabajadora, los jubilados y aquellos que no ven crecer sus salarios. También todo el universo de la economía popular, donde prácticamente se trabaja sin derechos. Pensemos en los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los ladrilleros, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de servicio”.
Después de alertar que la comida no puede ser una variable de ajuste, los obispos señalaron: “Es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria. Y para eso se debe facilitar a las personas, las comunidades y al pueblo, aquello que se necesite para ayudar a los más frágiles, especialmente a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Ante una crisis no son suficientes los paradigmas tecnocráticos, sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos, es necesaria la comunidad”.
La CEA advirtió además que “ningún sector de los que hoy están actuando, ninguna institución o Iglesia, podría hacerlo solo. La complejidad de la crisis así lo está indicando. Hay programas como el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) que demostraron tener un impacto muy positivo, son fácilmente auditables y pueden aplicarse a todos estos lugares. Sin interrumpir la actividad de los espacios que continúan brindando asistencia alimentaria, se los puede auditar al mismo tiempo para que den cuenta de su transparencia y de este modo, contribuir a optimizar la ayuda sin descuidar a nadie”.