El gobierno nacional celebra como una victoria el índice de inflación más bajo de su gestión: 4,0%, la más baja desde enero de 2022. Después del aumento de junio, retomar una senda descendente en el parámetro al que el presidente Milei ha puesto todas sus fichas, es por supuesto algo para festejar.

Máxime cuando los funcionarios de economía no dejar de tener presente un aspecto negativo del informe publicado hoy por el Indec: la inflación núcleo fue del 3,8%, por encima del 3,7% del mes anterior. 
La inflación núcleo se calcula excluyendo los items con precios regulados (como las tarifas de los servicios públicos), que subieron un 4,3%, y los estacionales, que lo hicieron en un 5,1%.  Se trata de una inflación en la que el Gobierno no puede hacer lo que viene implementando al regular la quita de subsidios a la energía y el transporte, de manera de regular su impacto sobre el IPC. De hecho, en junio los precios regulados habían subido un 8,1%, casi el doble del índice general.

Por eso, es interesante mirar hasta que punto el Gobierno “interviene” sobre la evolución de precios con la finalidad de mostrar el único éxito que por ahora interesa a la gestión: bajar la inflación.

El análisis por división muestra de nuevo la incidencia de 2 factores cruciales en la evolución de los precios. 
Encabeza la inflación acumulada el rubro que agrupa simultáneamente tarifas celosamente manejadas por el ejecutivo (electricidad, gas y agua) y los alquileres, un rubro “desregulado” a partir del decreto 70/23. No sorprende que sea casi el doble (161,5%) que el promedio general de 87,0%.

Sigue existiendo una gran dispersión en los índice de inflación por división. Gráfica: Elaboración propia en base a datos IPC
Sigue existiendo una gran dispersión en los índice de inflación por división. Gráfica: Elaboración propia en base a datos IPC

Cuando el gobierno posterga quita de subsidios y administra cómo ir descargando sobre las tarifas los aumentos, interviene activamente sobre la inflación.

Pero el otro factor que sin duda modera la suba de precios es la caída del consumo. En tal sentido no sorprende que las divisiones que menos aumentos acumulan en el año correspondan a categorías  vinculadas a consumos “postergables” como vestimenta, calzado (57,8%) y electrodomésticos, (64,9%) ya que los empresarios se han visto obligados a congelar los precios en su intento de detener la fuerte caída en las ventas.

Lo sorprendente es que la caída del consumo también sea un freno para un rubro que, tradicionalmente, es lo que no se posterga: alimentos y bebidas es el tercer rubro con menos aumentos con 76%.