Abel Pintos entregó un emocionante cierre a las noches de Cosquín
El artista está cumpliendo 25 años de historia en el Festival de Cosquín. Terminó la 63º edición del encuentro tradicional en la Plaza Próspero Molina.
Este domingo llegaron a su fin las “nueve lunas coscoínas” que dejaron grandes momentos de los artistas que subieron al escenario Atahualpa Yupanqui.
En la noche de cierre, estuvieron Abel Pintos, Néstor Garnica, Lucía Ceresani y Franco Luciani, entre otros artistas.
Abel expresó emocionado en su show: “Es un privilegio poder celebrar 25 años cantando en esta Plaza. Es cierto que hace muchos años que no hago estrictamente música folclórica, pero me dejaron seguir teniendo este espacio y eso es algo que me honra”.
Además, pidió un aplauso para su hermano Ariel (guitarrista de su banda) que también cumple un cuarto de siglo en Cosquín y señaló que aunque no le gusta dedicar sus actuaciones, esta vez lo hizo “con todo nuestro amor a nuestros padres y a nuestro querido hermano Andrés” y también a “La Moro, una gran compositora salteña que la está peleando con toda la fuerza que la caracteriza”.
Y tal vez para estar un rato a tono con el clima más general del encuentro, anunció “el gusto de poder traer música tradicional al escenario junto a una cantora que me emociona mucho y que se llama Lucía Ceresani” a quien convocó para compartir “Stephanie”, de Alfredo Zitarrosa.
Por esa senda y tras “mandarle un saludo a León Gieco, el papá de todos”, presentó a Milo, el niño de 11 años que lo antecedió en la grilla dominguera esquivando una resolución del propio Festival que no permite la presencia de menores de 16 años y junto a quien entonó “Cuando llegue el alba”.
También se permitió renovadas visitas a “El hechizo” y “Camina” y luego de recibir el reconocimiento del poncho coscoíno colectó en los bises “Motivos”, “De solo vivir” y “Piedra libre”.
El violinista santiagueño Néstor Garnica dio un concierto plagado de climas que tendió puentes entre el monte y la academia.
Esa audaz y lograda apuesta se potenció a partir de incorporar a la también violinista Lucía Luque (actual concertino de la Sinfónica de Córdoba y de la Orquesta de Cámara de Valdivia, Chile) junto a otros cuatro violines y un chelo para "Vidala de los buenos tiempos", "La barranquera", un Vivaldi folclórico realmente encantador y la imponente "Chacarera del violín".
La programación tuvo, como motivo único y central de la Delegación de Santiago del Estero, una reivindicación a la obra y la figura de Juan Carlos Carabajal, fallecido en noviembre pasado, de la mano de una puesta audiovisual y coreográfica de carácter conceptual que padeció varios problemas de sonido.
La ofrenda, ideada por el músico Lucas Carabajal –hijo de Juan Carlos- aspiró a dimensionar el inmenso y variado legado de su padre desde un espectáculo que requería de un sostén técnico que no acudió a la cita.
También desde tierras santiagueñas llegó la briosa voz de Flor Paz (hija del Mansero Onofre) para un efectivo set que combinó canciones propias de fusión (“Fruto” y “Morenito”) con chacareras (“Quiero nombrar a mi pago” y “Semillas de chacarera”), dos lenguajes en los que se desempeñó con soltura y que recibieron el beneplácito de la audiencia.
(Fuente Sergio Arboleya / Télam)