Histórica marcha en Córdoba en defensa de la educación y las universidades
La Universidad Nacional de Córdoba le dio al país la primera postal del rechazo a las políticas universitarias del Gobierno nacional. El particular horario de convocatoria, 11 horas, no debilitó una reunión que terminó siendo masiva, plural y que, además, se vivió como una fiesta. La UNC estimó un piso de 75 mil participantes; la impresión de quienes estuvimos allí es que el número bien podría estar cerca de los tres dígitos.
Antes que nada: la Marcha Federal Universitaria se vivió como una fiesta. Córdoba dejó la primera postal de la jornada con su avenida más ancha, Hipólito Yrigoyen, colmada de personas con deseo: de manifestarse en contra del desfinanciamiento del sistema universitario argentino y deseo también de exigirle al Gobierno nacional que no desprestigie la institución con mayor capacidad igualadora: la universidad pública.
Desde la Universidad Nacional de Córdoba estimaron la asistencia en un piso de 75 mil personas. Quien estuvo allí bien podría calcular 100 mil. Más, menos: fue contundente, indisimulable, el rechazo al enfoque que el Gobierno de Javier Milei le da a la educación, en general, y a las universidades en particular.
“Este Gobierno quiere instalar en la agenda que lo público no sirve, algo totalmente falso. La educación pública permite la igualdad de oportunidades, por eso es que estamos aquí defendiendo las universidades”, dijo Carolina, una docente que pasó los cincuenta y se movilizó junto a sus compañeros de UEPC.
Aborrezco la autorreferencia (mucho más la propia que la de terceros). Dicho esto, decir: cualquiera que haya pasado por los claustros públicos entiende rápidamente si uno dice “la universidad me cambió la vida”. La ciencia y la técnica no se sostienen sin una ética. Por eso preguntamos desde este medio ¿qué significa, desde horizontes individuales, la existencia de la educación pública y gratuita?
Ruth (59) estudió en la universidad pública, en la que después cursaron sus hijos: “Como trabajadora, mis hijos nunca hubieran podido acceder a la educación privada. La universidad significa equidad, y es un espacio de formación permanente. Nuestros egresados son valorados en el mundo, con la triste excepción del Gobierno nacional”.
“La universidad significa la posibilidad de que miles de estudiantes puedan acceder a una educación de calidad, gratuita. Vinimos a la marcha porque el gobierno de Milei ataca a las universidades. Consideramos que esta movilización va a unir a todos los sectores de la sociedad para enfrentar el ajuste”, dijo Martina (27) estudiante de trabajo social.
Leticia Medina, secretaria adjunta de ADIUC y secretaria general de la CTA Córdoba, decía desde el Monumento a la Reforma, minutos antes de que las distintas columnas partieran por Chacabuco para bordear Plaza España y colmar la Avenida Yrigoyen: “La universidad sigue siendo una camino, un horizonte para las soluciones que necesitamos como país”.
El plan de recorte general aplicado por el Gobierno nacional impacta estructuralmente en la educación superior y, en ese conjunto de gastos (más bien inversiones), golpea fuertemente sobre los salarios. El Frente Sindical Universitario ya ha dejado en claro que el Gobierno degradó la instancia paritaria, dando porcentajes unilaterales, muy lejos de la variación de precios que mide INDEC. La licuación de ingresos es también un retroceso en la calidad de la enseñanza.
Sobre el foco del conflicto entre la comunidad universitaria y el Gobierno, Medina interpretó con precisión: “Las principales actividades de la universidad se garantizan con trabajo: investigadores, profesores, administrativos. Ese 90 por ciento del presupuesto (salarios) se licuó: tenemos hoy un deterioro de ingresos del orden del 40 por ciento”.
“Es bueno que la marcha sea abierta para todos aquellos que apoyan la educación pública. Es un logro enorme contar con algunas de las mejores universidades de Latinoamérica”, dijo Daira (21), estudiante de educación física en el IPEF.
“Vinimos a la marcha para defender a la Argentina. Sin universidad, sin educación, Argentina no tendría futuro. ¿Por qué hay miles hoy aquí, como los habrá en el resto de las ciudades? Porque los argentinos nos sentimos identificados con esta causa”, dijo Marcelo, un hombre maduro impecablemente vestido (portaba un paraguas), docente de Derecho.
Como bien recopiló el colega Norman Berra en esta nota, la última encuesta de Zuban Córdoba arrojó que el 58,5% está en desacuerdo con congelar el presupuesto universitario, contra 38,4% que está de acuerdo.
Inesperadamente, ante la pasividad de la clase política, Milei encontró en la educación y los estudiantes su principal dique de contención: hasta hoy no ha habido en agenda un conflicto con tanto relieve como el que mantienen las universidades. Ni la oposición, ni el peronismo, ni la CGT, mucho menos el empresariado, ya de cara a una recesión, mostraron fuerza para disputar sentido.
El mismo informe, continúa Berra, detecta un consenso cercano a la unanimidad respecto a la frase “La educación pública es un derecho de todos y debemos defenderla”: 87,4%, con apenas 10,7% de desacuerdo.
Y es muy interesante detenerse brevemente en las encuestas: instalada la idea de que, en paralelo al sacrificio y el autoajuste de trabajadores y clases medias, el Gobierno, o más individualmente Milei, goza de una imagen comparativa “buena” y por lo tanto, se presume, tiene a su favor una mayor tolerancia social: tiempo.
Entonces aparece una marcha como esta, contundente, federal, que aglutina a muy amplios sectores económicos y sociales, y entonces el tiempo se escurre entre los dedos. ¿Cuánto faltará -ya pasaron cinco meses- para que el pedido de paciencia sea suplantado por resultados concretos?
Entonces quizás las encuestadoras empiecen a observar una línea que podría navegar así: “Yo te aguanto todo, pero ya pasaron cinco, seis meses. Decime, Javo: ¿en qué plazo el superávit gemelo bajará a tierra? ¿Podré, siendo trabajador, ir al supermercado, comprar un par de zapatillas, hacer un asado el domingo?".
El tiempo corre, la recesión está en el horizonte; con qué contundencia pegue ésta, será un componente determinante para el Gobierno. La política se juega en la calle.