La primera nieta recuperada y su legado de identidad: "Mi hijo creció con esta historia"
Elena Gallinari Abinet fue localizada por las Abuelas de Plaza de Mayo en 1986, cuando tenía diez años. Una mañana al salir de la escuela, supo que tenía otra familia que la buscaba desde el día en que nació. Hoy también es mamá, vive en Córdoba y cuenta su historia a Cba24n.
Elena nació en 1976, cuando su madre estaba secuestrada. Una mañana de 1986, una jueza llegó a su escuela para pedirle que se fuera con ella. Que tenía que contarle algo. Los análisis genéticos habían revelado que la niña, cursando quinto grado, era nieta de Leonor Alonso e hija biológica de María Leonor Abinet y Miguel Ángel Gallinari, ambos desaparecidos por el ejército durante la última dictadura cívico militar.
“La jueza me llevó a un Tribunal de La Plata, donde junto a asesores de menores y psicólogos, me dijeron que en un exámen de sangre que me habían hecho hace un tiempo atrás, había dado conclusión con una familia biológica”, cuenta.
Esa familia biológica era su mamá María Leonor, maestra y activista gremial, y Miguel Ángel, trabajador metalúrgico de la zona oeste de Buenos Aires. Ambos militaban en Montoneros, donde eran conocidos como ‘Mafalda y Bocha’.
A él lo detuvieron en junio de 1976, durante un operativo de control del ejército, pero a ella la dejaron seguir viaje. Cuando “Bocha” logró escaparse, ya no tenía a dónde volver porque su casa en Los Polvorines había sido ametrallada y saqueada. Meses más tarde fue recapturado y muy probablemente llevado a Campo de Mayo.
En septiembre de ese mismo año, María Leonor ya tenía siete meses de embarazo y vivía en un pensionado en la localidad de Caseros. También tenía dos hijas de otro matrimonio. Una tarde irrumpieron en su casa y se la llevaron,
“En ese momento no me sorprendí, porque yo sabía que quienes resultaron ser mis apropiadores no eran mis padres biológicos, ellos me habían dicho que yo era adoptada. Algo que tampoco era cierto porque no había ningún expediente de adopción, sino que habían falsificado la partida de nacimiento”, recuerda.
.
Hace doce años nació su hijo y comenzó a transitar el camino de la maternidad, esa oportunidad que le fue quitada a su madre.
Dice que cuando tuvo en brazos a su hijo por primera vez, vio su historia de otra manera, se pensó diferente cuando sintió aquel amor: “A mí, la maternidad me hizo reflexionar sobre qué piensa una pareja cuando se apropia de un bebé, de una recién nacida, más aún con mi historia, sabiendo que mis padres debían ser sus enemigos principales. Recién ese momento me puse en su lugar, de quienes deciden construir una familia desde el horror y desde la mentira. Se me hacía muy difícil entender”.
“Nosotros fuimos botín de guerra durante la dictadura, a nuestras madres las han tenido esperando el parto para quedarse con sus hijos y sus hijas. No me puedo imaginar cómo una persona puede apropiarse de una beba y mucho menos en esas circunstancias", piensa en voz alta.
Cada 24 de marzo, desde que lo tuvo en brazos, marchan juntos por memoria, verdad y justicia, un pedido que no dejará de ser vigente en su vida: “Mi hijo siempre creció con esta historia, en mi casa hay fotos familiares, de sus abuelos, hay pañuelos. Yo le fui contando en un momento en que consideré que era lo suficientemente grande como para saber. Le expliqué por qué sus abuelos no estaban y por qué no los tenía. Todo es parte de un aprendizaje que vamos transitando juntos, y que para mí son importantes como valores para la vida".
María Leonor y Miguel Ángel siguen presentes en la vida de su nieto. Su legado vive en él, como el de la Abuela Leonor, que no se cansó de buscar a Elena desde el día en que supo que su nieta podía estar viva. Aferrandose a la historia, que no termina y se construye sobre pañuelos, fotos y recuerdos apilados.
Pensando en un futuro que aún no llega, dice: "A mí me gustaría que me recordaran con una sonrisa, porque más allá de la historia triste, nunca hay que perder la alegría de la vida”.