Las ruinas de Miramar: la ciudad sumergida que reapareció entre las aguas de Mar Chiquita
Miramar de Ansenuza vivió sus años de esplendor gracias al turismo y las propiedades curativas que prometía el agua salada de Mar Chiquita. Sin embargo, en 1977, una gran inundación sumergió 37 manzanas y destruyó cientos de hogares, comercios y alojamientos. A casi 45 años, las ruinas resurgieron y sorprende a visitantes y vecinos.
Las ruinas de la ciudad de Miramar de Ansenuza resurgieron por primera vez desde hace 45 años.
Desde octubre de 2022, los miramarenses y turistas pueden caminar entre las ruinas de lo que fue la época dorada de Miramar. Este fenómeno se debe a una sequía que afecta la región en general.
Ubicado a 200 kilómetros al este de Córdoba Capital, Miramar es la única localidad costera de esta laguna, una de las más grandes y saladas de América. Vecinos dicen que la ciudad está bendecida y maldecida por las aguas de Mar Chiquita.
“Miramar se ha inundado tres veces. Es un pueblo que tuvo que aprender a convivir con los cambios que ha tenido la Mar Chiquita”, explicó Mariana Zapata, historiadora y guía turística de la localidad.
A diferencia de sus localidades vecinas (como Morteros, Altos de Chipión o Brinkmann), Miramar siempre vivió principalmente del turismo.
En la primera mitad del siglo XX, los turistas llegaban a la ciudad para tratarse con el agua y barro de Mar Chiquita. El alto contenido de sales y minerales del agua de la laguna prometía tratar afecciones en los huesos, la piel y el sistema respiratorio.
Durante la primera mitad de la década del 70, Miramar vivió su época de oro. Además del “turismo salud”, la ciudad ofrecía una amplia oferta turística recreativa con cines, casinos, boliches, hoteles y restaurantes.
De las tres inundaciones (1958, 1977 y 2002), la de 1977 fue la que casi mató a la ciudad. Debido a la crecida de los ríos Suquía, Xanaes y Dulce, Mar Chiquita pasó a duplicar su superficie de 2500 a 5000 kilómetros cuadrados.
Entre 1977 y 1984, el agua se ”tragó” lentamente 37 cuadras de la ciudad, las más importantes para la economía y turismo de Miramar. En estos siete años, los miramarenses lucharon contra la naturaleza. Intentaron detener el avance de la laguna mediante bolsas de arena, bloques de cemento y bombas de agua. Ningún método funcionó.
Para 1978, los hoteles ya presentaban filtraciones en las paredes. La laguna inundó 102 de los 110 hoteles que tenía Miramar, 198 hogares y 60 locales comerciales. También se perdió la Terminal de Ómnibus, el Banco de la Provincia, el Casino, entre otros edificios de importancia para el funcionamiento de la ciudad.
Más de la mitad de los habitantes de Miramar debieron emigrar por un mejor futuro. Por ejemplo, el Casino fue trasladado a Villa Carlos Paz junto a sus trabajadores.
Los vecinos que se quedaron, sufrieron varios años de una ciudad totalmente destruida.
Una vecina de Miramar que caminaba por la plaza frente a la Terminal comentó que hasta el día de hoy le cuesta caminar por la Costanera y ver las ruinas de la ciudad.
Caminar entre las ruinas
Ver y caminar entre las ruinas de la vieja Miramar, es una experiencia postapocalíptica. Aunque para muchos vecinos las ruinas representan un dolor enorme, muchos turistas se acercan para caminar entre las cuadras ubicadas sobre la costanera.
Mariana Zapata realiza visitas guiadas a turistas y contingentes estudiantes. Además de recorrer el lugar, contextualiza y explica la historia de Miramar y Mar Chiquita. En 45 años, es la primera vez que se puede caminar entre las calles y veredas que hasta hace poco estuvieron sumergidas bajo cinco metros de agua.
Los caminos de las ruinas están ligeramente húmedos y cubiertos con una fina capa de sal. Hay que tener cuidado de no resbalarse en el barro y caer entre los escombros. Para los turistas que vayan solos, es recomendable caminar por las calles y veredas que estén secas ya que también hay partes de barro profundas.
El horizonte es interrumpido por varias colinas de escombros, restos de las construcciones que fueron implosionadas y explosionadas por el Ejército Argentino durante la década de los 90. Para Mariana, este fue el primer paso para sanar el trauma de la inundación y mirar hacia el futuro.
Al paisaje se le suman troncos erguidos y blanquecinos que terminaron petrificados por estar sumergidos bajo el agua salada por más de cuatro décadas.
Cerca de la costa se pueden ver grandes bloques de hormigón, un intento de los vecinos para detener el agua.
Al finalizar la calle principal, hay una curiosa formación: el Anfiteatros de Nocheramas. Mariana explicó que el anfiteatro fue inaugurado en 1976 como una forma de atraer al turismo recreativo con shows en vivo.
El anfiteatro contaba con 120 mesas con cuatro asientos cada uno. Lo curioso de los asientos de hormigón es que fueron construidos tomando como molde la llanta de un tractor Pampa que estaba en el corralón municipal.
En 1977, el plan era que el anfiteatro quedara techado. Sin embargo, la inundación arruinó los planes.
Por el momento, las ruinas siguen siendo transitables. Por el ciclo de inundaciones y sequías (períodos de 8 años aproximadamente según los lugareños), se espera que Mar Chiquita avance nuevamente sobre las ruinas.
“Esta es una oportunidad única para visitar Miramar”, afirmó Mariana ante un contingente de estudiantes oriundos de Tucumán.
Los orígenes de Miramar
Oficialmente, Miramar fue fundada el 18 de noviembre de 1924 cuando el entonces gobernador de Córdoba, Julio Argentino Roca (h), decretó que dicho asentamiento ubicado en la costa de Mar Chiquita era un pueblo.
El nombre de la localidad fue en honor al hotel Mira - Mar, emprendimiento turístico construido entre 1912 y 1918 de la mano de Juana Tornatti y Victorio Rosso. El hotel era uno de los más completos de la zona y fue llamado así porque estaba cerca y apuntaba hacia la laguna.
Sin embargo, la historia de Miramar se remonta a finales del siglo XIX cuando colonos intentaron cultivar cereales, explica Mariana Zapata en su libro Historias que dejaron huellas II.
Cosechar fue una tarea complicada debido al alto contenido de sal en el agua y la tierra. Lo que pudo ser una maldición, fue una bendición ya que los pobladores de la región pasarían a dedicarse al “turismo-salud”.
En 1903, el doctor Juan J. Cornejo habilitó su casa para recibir a “turistas-pacientes” para tratar afecciones circulatorias, respiratorias y dermatológicas.
Cornejo era oriundo de Balnearia, localidad ubicada a 12 kilómetros al sur de Miramar, y había estudiado medicina en Europa. También visitó el Mar Muerto donde estudió los tratamientos con el barro que se practicaban en la región.
De regreso a su pueblo natal, Cornejo concluyó que Mar Chiquita tenía propiedades terapéuticas similares al Mar Muerto.
En su hogar, el médico practicó fangoterapia (aplicación de barro de la laguna en el cuerpo hasta que se seque) y balneoterapia (inmersiones en agua caliente y fría). En un principio, viajar a Mar Chiquita era una travesía complicada ya que no había caminos y el terreno era una combinación de arena y barro.
No obstante, las noticias sobre las propiedades curativas de la laguna, el aumento de la oferta turística y la instalación de una vía férrea en 1912 hasta la localidad de Balnearia permitieron el surgimiento de Miramar como pueblo.
La era dorada de Miramar
Por décadas, Miramar continuó creciendo turísticamente. Sin embargo, la mayor época de esplendor de la ciudad fue antes de la gran inundación de 1977, entre 1973 y 1976.
Durante estos años, la localidad alcanzó a tener unas 5 mil plazas repartidas en 110 hoteles, alojamientos, cabañas, entre otras. A su vez, el nivel del agua era óptimo para el turismo.
Además del “turismo - salud”, la localidad desarrolló diversas actividades recreativas con una rambla, casino, heladerías, cine y playas.Durante esta época Miramar fue centro de diversos shows nacionales e internacionales: León Gieco, Los Plateros, la Orquesta Continental, Los Gavilanes, Leo Dan, entre otros.
La gran mayoría de sus habitantes, unos cinco mil, dependían del turismo.
El renacimiento de Miramar
Ya a fines de los 80, el nivel del agua comenzó a bajar y la idea del resurgir turístico de Miramar comenzó a tomar relevancia dentro de los vecinos y el gobierno municipal.
Para Mariana Zapata y varios vecinos de la zona, el derribo de los edificios inundados que se asomaban por la costa fue casi catártico.
Los náufragos de la Mar Chiquita: una semana peleando para sobrevivir en la gran laguna
En 1992, la Municipalidad de Miramar y el Tercer Cuerpo del Ejército comenzaron a implosionar y explosionar las construcciones.
“Fueron meses dolorosos, pero era necesario darle fin a una etapa más de la vida de la única localidad ribereña de la laguna Mar Chiquita”, reflexionó Zapata en su libro Historias que dejaron Huellas II.
En las últimas décadas, Miramar supo sobreponerse al dolor de la inundación y resurgió como destino turístico donde la naturaleza, la historia y la tranquilidad son la clave para sus visitantes.