En nuestro país hay más de 90 mil embriones criopreservados. Son 90 mil conjuntos de células formadas para convertirse en los hijos de alguien. Esto no quiere decir que cada embrión llegue a ser un bebé, el proceso es mucho más complejo, pero sí podemos hablar de 90 mil potenciales vidas.  El número crece exponencial y aceleradamente y basta con entender que esa cifra es el doble de la contabilizada cinco años atrás. Mientras ese número se agranda, los vacíos legales a su alrededor, también.

Una gran parte de estos embriones se consideran abandonados. Esto quiere decir, que las mujeres u hombres que los consiguieron por técnicas de reproducción asistida, desde hace años no los reclaman o no pagan el mantenimiento de la criopreservación.

Las clínicas de fertilización de nuestro país, de acuerdo a la legislación vigente -o a la falta de ella- no los pueden descartar ni donar. Sin mucha necesidad de análisis, se puede decir existe un preocupante vacío legal.

El dilema ante los cambios de planes 

"Un embrión es como una pelotita muy chiquitita de apenas una micra de diámetro que contiene unas pocas células, dependiendo del tiempo que tenga. Uno de 3 días puede tener 8 células y uno de 5 días hasta 180 ", explica Iván Anduaga MP 1292, embriólogo del Instituto Nascentis. Ese cuerpo microscópico contiene toda la información genética de esta potencial vida y hasta el género biológico que tendría en caso de ser transferido a un útero y continuar su evolución en él. 

"En todo tratamiento de fertilización asistida se generan varios embriones, porque habitualmente no todos prosperan. Cuando el procedimiento es exitoso, el remanente se criopreversa y puede permanecer en ese estado por décadas", agrega Anduaga.

Ivan Marchetti, embriologo. 
Foto: Ezequiel Luque
Ivan Marchetti, embriologo. Foto: Ezequiel Luque

Cuando existe ese "excedente" de embriones y los planes de las personas que los solicitaron cambian por cualquier motivo (haber conseguido un hijo y no querer más, desistir de la intención procreacional, fallecimiento de una o de las dos partes involucradas, separación o divorcio entre otras) la pregunta que queda flotando es qué se hace con ellos.

De todas las opciones posibles, la única alternativa que no genera resistencias ni tensiones legales es realizar nuevos tratamientos para "agrandar la familia". Para esos embriones "abandonados" las opciones son el descarte o destrucción; la donación para la investigación y la donación a personas o parejas que no puedan generar los suyos. En los últimos casos se plantean disyuntivas legales, éticas, económicas y emocionales.

¿Se pueden descartar los embriones?

"Si bien el nuevo código civil considera que una persona existe recién a partir de la anidación en el vientre materno, no especifica qué es un embrión en estadios anteriores, y tampoco hay una ley que indique qué se puede hacer con embriones criopreservados que no se vayan a utilizar", precisa la abogada Guillermina Pieroni T 103 F 394 de la Fundación Concebir. "Lo único claro es que la propiedad sobre ese 'bien' es de quien inició el tratamiento ya sea un particular o una pareja, y por lo tanto las clínicas donde se guardan, no pueden disponer de ese material sin el consentimiento de los propietarios, es decir no pueden descartarlo ni donarlo”, agrega.

Pero en ese punto existe un conflicto de intereses, y de espacio: "La criopreservación tiene un costo en dólares, lo que está ocurriendo es que muchas parejas o personas que decidieron no tener más hijos, directamente dejan de pagar y se desentienden de sus embriones".

En nuestro país un 35% de los casos de fertilización generan embriones para criopreservar. “Hay una figura que usamos que es el ‘abandono de embriones’ y que describe casos de parejas que después de 4 o 5 años de un tratamiento dejan de generar vínculo con la clínica, dejan de pagar y esos embriones quedan ahí sin saber si se van a utilizar”, explica el Dr. Anduaga.

Un relevamiento de 2020 reveló que en Argentina existían 92000 embriones congelados. Un 25% de los cuáles llevaban más de 10 años en esa situación, por lo que se los consideraba abandonados. En otras cifras, hablamos de 23000 potenciales vidas esperando que se decida por su destino. Células congeladas en tubos de ensayo dentro de tanques de Nitrógeno Liquido a -196 grados.

¿Y qué sucede si los “propietarios” decidieran su descarte?. “Tampoco está claro que se pueda”, dice Pieroni: “Hoy lo que existe es el antecedente que genera la Ley de Interrupción de Embarazo (ILE) ya que si es legal practicar un aborto hasta la semana 14 de gestación, lo lógico es que se pueda descartar un embrión que ni siquiera está transferido a un útero. Pero al no existir una ley específica, hay que solicitar autorización a la justicia y en ese caso se depende de lo que piense la jueza o el juez que te tocó en suerte”.

"Si bien va creciendo el número de quienes se deciden a donar, todavía son pocos en relación al total de embriones disponibles”, dice Sabrina Caruso. 
Ezequiel Luque
"Si bien va creciendo el número de quienes se deciden a donar, todavía son pocos en relación al total de embriones disponibles”, dice Sabrina Caruso. Ezequiel Luque

¿Y si donamos?

Hay otro camino. En construcción y sobre el que poco sabemos, porque se está haciendo camino al andar: La donación de embriones. “Si ya no se quieren utilizar esos embriones, nosotros les ofrecemos que los donen a parejas que por la razón que fuera, no pueden generar los propios. Si bien va creciendo el número de quienes se deciden a donarlos, todavía son pocos en relación al total de embriones disponibles”, dice Sabrina Caruso (MP 37390), sub directora médica de Nascentis.

Si ese fuera el caso, al tratarse de un gesto altruista, no hay reparos legales. Pero aparecen otros interrogantes. “¿En Argentina se hace embriodonación? Si. ¿Estoy de acuerdo?, por supuesto; ¿Me preocupa? Muchísimo” Se pregunta y responde Pieroni: “Como tampoco tenemos una legislación al respecto, se pone en riesgo un derecho básico: el de la identidad. Siempre digo lo mismo: yo mamá decidí hacer un tratamiento, quien donó gametas o embriones decidió hacerlo...el único que no decidió nada es el pibe que nació”. Y es que en este punto, la ley tampoco es clara y las decisiones quedan muchas veces en manos de las clínicas de fertilidad que intentan darle algún marco de claridad allí donde la ley es gris.

"En Argentina se calcula que sólo el 10% de quienes nacieron por embrio u ovo donación saben cuál es su origen. Nosotros podemos revelar la identidad de los donantes, sólo por razones de salud y con una órden judicial”, dice Sabrina Caruso. Y para entender la dimensión del potencial conflicto, basta con pensar en ese embrión convertido en un mayor de 18 años. Ese embrión, hecho persona que quizás necesite de información médica familiar relevante, o un trasplante o simplemente tenga curiosidad.

En Argentina hay 92000 embriones congelados. Un 25% de los cuáles llevaban más de 10 años en esa situación, por lo que se los consideraba abandonados. 
Ezequiel Luque
En Argentina hay 92000 embriones congelados. Un 25% de los cuáles llevaban más de 10 años en esa situación, por lo que se los consideraba abandonados. Ezequiel Luque

Propuesta 

Los colectivos que trabajan en torno a los grises legales que hay en los tratamientos de fertilización asistida reclaman la creación de un Registro Único de gametas y embriones criopreservados.

“Es el Estado quien debe garantizarle a esas futuras personas, que su derecho a la identidad está contemplado”, apunta Pieroni. Y cuenta el caso de mellizos que a los 18 años se enteraron de que habían nacido a partir de gametas masculinas donadas. La madre nunca pensó en decirles nada, pero un día viendo el programa Televisión por la identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, se conmovió con el trabajo que hacían y decidió revelar el secreto. “Imagínate la revolución que fue para ellos... ¿sabés lo que es ir por la vida tratando de ver si la nariz de ese señor o la frente de esa señora se parecen a la tuya porque nadie está autorizado a decirte toda la verdad?”, agrega.

“Reclamamos por la identidad ya que las cuestiones civiles están salvadas con la última reforma al Código Civil. Allí se considera madre y padre a quien tiene la voluntad procreacional, por lo que quien dona una gameta o embrión renuncia a todo derecho sobre ellos. De la misma forma la persona que surja de ese acto tendrá como mamá y papá a quienes recibieron esa gameta o embrión; es decir no tienen derecho civil de exigir nada al donante de sus genes”

¿Qué donamos cuando donamos un embrión?

Desde el punto de vista médico, y quizás por la complejidad y el esfuerzo que significa generar un embrión, la identidad o las proyecciones emocionales que los pacientes hacen, no aparece como valores prioritarios. “En el colectivo social la gente cree que un embrión es sinónimo de bebé”, dice Ivan Anduaga, “Y en realidad es apenas un conjunto de células que tienen el potencial de transformarse en un bebé si prospera la transferencia, se logra implantar y el embarazo culmina con el alumbramiento”, afirma.

Son 23000 potenciales vidas esperando que se decida por su destino. Células congeladas en tubos de ensayo dentro de tanques de Nitrógeno Liquido a -196 grados.
Ezequiel Luque
Son 23000 potenciales vidas esperando que se decida por su destino. Células congeladas en tubos de ensayo dentro de tanques de Nitrógeno Liquido a -196 grados. Ezequiel Luque

Un conjunto de células que contienen todos la información genética que definirán de manera absoluta, los rasgos y características internas y externas de la futura persona. “Cuando uno hace un tratamiento de fertilidad no ve ocho células, ve un hijo, la primera foto de su hijo, que es en definitiva lo que va a buscar. Pero eso es la representación mental y la proyección que hacemos sobre ese 'embriobebé'”, aporta Guadalupe Zamar, coautora de esta nota y autora del libro Hacia la maternidad, crónica de una búsqueda.

Y eso se debe a que hablamos de la cuestión médica y legal, pero hay un componente emocional y de deseo que es el impulso de todo, y es, como la vida, dinámico: “La percepción sobre un embrión congelado no es la misma para todos y, en el caso de las pacientes, cambia en función de cómo hayan evolucionado sus vidas”, dice la licenciada Soledad Expósito (MP 3619) Psicóloga especialista en fertilidad: “No es lo mismo una persona o pareja que ya tiene hijos que quien aún no los tiene; no es igual para quien dona que para quien recibe”, asegura. “Siempre se trata de un duelo: en el caso de quien recibe, el duelo por no poder tener hijos de manera tradicional y tener que recurrir a un tratamiento; y en el caso de quien los tuvo y decide donar los embriones que le quedan, el duelo por desprenderse de algo que puede transformarse en una persona con sus propios rasgos. Son decisiones difíciles, definitivas que ameritan un acompañamiento que a veces lleva mucho tiempo”, explica. Si bien muchas clínicas abordan psicológicamente a los pacientes que reciben o donan embriones, al no haber ley no hay un protocolo específico. Y tampoco lo hay respecto de cómo debe tratarse la identidad genética de la futura persona. “No es sólo un derecho, se considera una forma de prevención en salud que el niño sepa la verdad sobre la manera en que fue concebido”, finaliza.

Después de todo, la génesis del vínculo entre quienes quieren maternar y paternar es tan importante como el nacimiento mismo.