La actual gestión municipal, en Córdoba, comenzó con un aumento del transporte urbano a cuestas: poco antes de despedirse, en noviembre de 2023, el intendente Martín Llaryora dispuso un incremento.

En ese momento, el boleto costaba 240 pesos.

Lo que siguió es sabido: el desprecio del proceso Javier Milei por los subsidios y una quita sistemática a los sistemas del interior del país.

Así, Daniel Passerini dispuso un ajuste sobre finales de enero (cada viaje pasó a $ 340) y después no aguantó: era mediados de febrero cuando llegó a los 700 pesos, duplicando su valor previo.

Con la última suba, efectivizada el sábado, casi cuadriplicó su precio: cuesta un 275% más.

Las quejas continúan

En las últimas horas, en las reuniones entre usuarios los reclamos persisten.

“Al 72 no lo cambiaron, ¿no?”, tira Rodrigo en la parada de barrio Las Palmas, mientras escucha a Daniel rogar que la carga realizada un día antes haya impactado en su tarjeta.

Ante la consulta, responde: “Le puse $ 2.000 para ir y venir a los de mis viejos, porque ayer no me funcionó el saldo negativo. Se ve que todavía no la actualizaron”.

En tiempos de crisis, calcular los pasajes puede resultar difícil. Y los dos boletos que permite el sistema usar sin tener fondos aún no está latente.

Las recargas de la RedBus se puede realizar de manera virtual, pero todos los sistemas aclaran que la efectivización puede demorar “hasta 48 horas” y resulta una lotería determinarlo.

Lila sumó que alguna vez lo hizo por la tarjeta del color de una fruta y aún espera que ese monto se sume.

A lo lejos, Mayra se baja del ruidoso móvil al grito de “Soy servicio esencial y lo de siempre: el abono me toma como dos viajes una combinación y no me alcanza para todo el mes… llegaré tarde al hospital”. Diego la escucha y la invita a que vuelva a subir: “Yo te pago”.

Historias cordobesas, mientras cada uno cuenta sus monedas.