Así fue como a los 3 años Sacha Fenestraz se subió a su primer karting casero en Colonia Caroya. A los 4, corrió sus primeras carreras. "Creo que fui el piloto más joven licenciado", recuerda el entonces niño, made in Francia pero criado a la argentina, que a los 20 sueña con llegar a la Fórmula 1.

Fenestraz y el "sueño intacto" de competir en la máxima categoría

Nació el 28 de julio de 1999 en la ciudad alpina de Annesy y no tenía ni seis meses cuando papá Raúl y mamá Stephanie -copiloto en el Dakar 2009 y 2010- resolvieron mudarse al país que los había cautivado en viajes de placer. Se instalaron en el campo camino a Santa Catalina, en el corazón de las sierras cordobesas, y allí empezó la historia. El menor de los tres hermanos se destacó hasta 2011 en las categorías regionales y nacionales para luego, invitación mediante, dar el salto a Europa.

"Vimos lo que era el exterior y decidimos mover hacia allá para que se abran más puertas", cuenta en diálogo con TyCSports.com desde Japón, a 18 mil kilómetros y 12 horas de diferencia de su tierra. "Yo era muy pequeño, no sé si influí en la decisión, solamente me preguntaron si me gustaría y dije que sí. No fue fácil alejarme de casa, de mis amigos, pero así empezó todo. Lo hice por mi sueño, por mi pasión", analiza.

Se instaló con una familia francesa -padre e hijo- en 2012, a los 11, y transitó tres años en el kart del Viejo Continente. "Me cocinaba, me tenía que hacer todo", rememora. En el medio, el sacrificio. "Perdí muchos años de la infancia, de estar en el colegio... Hoy en día no me arrepiento para nada, pero hasta hace un par de años me ponía a pensar si no lo había hecho al pedo", sostiene.

2015 le trajo el salto a los monoplazas. Debutó con subcampeonato en la F4 francesa, se adaptó a la Eurocopa de Fórmula Renault 2.0 en 2016 y en ella fue campeón de la edición 2017 (siete victorias y 17 podios en 23 pruebas), lo que le valió el apoyo de la automotriz gala para correr todo 2018 en la F3 continental, donde no pudo hacer pie. "Fue un año terrible, pero aprendí y me ayudó a ser más fuerte mentalmente", reflexiona.

"Hice mucho con la ayuda de ellos", dice sobre Renault, que hasta lo sentó en un auto de la máxima categoría para una exhibición. Al mismo tiempo no logró adaptarse al equipo Carlin en la temporada y quedó lejos de los objetivos impuestos, lo que le costó perder el sustento. En ese momento pensó en "dejar todo", pero apareció Japón en el horizonte. "Hablé con otros pilotos -incluso con Pechito (López, excuñado suyo)- y me dijeron que no baje los brazos", cuenta. Aceptó los consejos, armó las valijas y partió hacia suelo asiático.

Allí tuvo un 2019 totalmente diferente. Le encontró rápidamente la vuelta a la F3 nipona, fue campeón con el auto de B-Max Racing y despertó el interés de Toyota para la poderosa Super Fórmula, que "es apenas entre dos y tres segundos más lenta" que la F1. "No es para nada imposible llegar desde acá. Si hacés un buen papel, se te pueden abrir puertas", se ilusiona quien también tiene una butaca en el Super GT, de autos con techo, y probó en la Fórmula E.

Fenestraz compite bajo la bandera francesa, pero la realidad indica que es un cordobés más y también tiene la argentina en su buzo antiflama. Terminó el colegio a distancia gracias a un plan del Ejército, vuelve a su tierra todos los años y sueña con poder cambiar la licencia algún día para llevar la celeste y blanca, aunque no recibió "ningún apoyo, ni público ni privado". "Me gusta el fernet y el asado como a uno más", resalta. Basta con escuchar su tonada para confirmarlo.

A la espera del reinicio una vez que la pandemia de coronavirus baje la guardia y lo permita, mantiene la ilusión de devolverle al país un espacio en la grilla de la Fórmula 1, donde no hay un representante desde 2001. "El sueño está intacto. Trabajo bien duro para llegar a eso algún día y no es que porque me vine a Japón me estoy alejando de ello", avisa, mientras en el automovilismo nacional siguen vivas las esperanzas.

Via TyC Sports