FIFA confirmó en un Congreso Extraordinario algo que había decido hace ya mucho tiempo. Por diferentes circunstancias, el Consejo del organismo ya había acordado por unanimidad que la única candidatura para organizar la Copa Mundial de 2030 sea la de España, Marruecos y Portugal. ¿Y Argentina? 

Tanto nuestro país como Uruguay llevaban varios años ilusionados con la posibilidad de organizar el torneo en el centenario del mismo, teniendo en cuenta que fueron los dos finalistas de la primera edición, que se jugó justamente en suelo charrúa. Lo cierto es que la FIFA no confía en Sudamérica para organizar un Mundial con la infraestructura que requiere actualmente. 

En otros tiempos, quienes asistían a ver los partidos eran principalmente fanáticos locales, acompañados por algún que otro paracaidista o viajero proveniente del extranjero. Hoy, es la situación es diametralmente opuestas: millones de hinchas viajan desde diferentes partes del mundo, abarrotando las ciudades y generando la obligación de crear una infraestructura acorde en términos de alojamiento, transporte y economía. 

Es bajo estos criterios que la posibilidades para la zona del mundo en la que vivimos caen en picada. Aún así la FIFA, le otorgó un premio consuelo a la región: Argentina, Uruguay y Paraguay (país del que es oriundo el presidente de CONMEBOL), debutarán en la Copa del Mundo haciendo de locales (Uruguay será el primero), para que luego el torneo se traslade en su totalidad a Europa y África.

El presidente de la AFA, Claudio Tapia, estuvo presente y agradeció la oportunidad: “El mundial 2030 revindica la historia de todos los Mundiales, la historia del futbol sudamericano.”

Mucho más polémica fue la elección de Arabia Saudita para 2034. El hecho de que Europa, África y Sudamérica sean protagonistas en 2030, generó que Gianni Infantino, presidente de la FIFA, abra un concurso exclusivo para postulaciones de Asia y Oceanía. Las federaciones apoyaron a Arabia Saudita y el interés de otros países como Australia y Nueva Zelanda quedó olvidado. En ninguna de las dos elecciones de sede se votó, ni se “eligió” nada.

Tal como sucedió con Catar en 2022, se hace difícil no creer que esta última elección recae más en intereses económicos que futbolísticos. Incluso representa un impulso para el propio Infantino, que con la ampliación del formato a 48 participantes, se asegura el voto de buena parte de esas federaciones de aquí a la eternidad.