La historia de una de las dinastías deportivas más grandes de todos los tiempos
Lakers: Tiempo de Ganar (HBO), cuenta la temporada del equipo de básquet Los Ángeles Lakers de los años 1979 y 1980 y la usa como excusa para hablar sobre los negocios, de la parte que se esconde detrás de esa gran industria del espectáculo que es la NBA, y en cómo mutó ese año hacia el “showtime”.
Lakers, tiempo de ganar (Winning Time: The Rise of the Lakers Dynasty) es una de las nuevas y exitosas propuestas de la plataforma líder en calidad: HBO MAX.
La ficción, que cuenta con 10 episodios de una hora cada uno, reconstruye la temporada del equipo de básquet Los Ángeles Lakers de los años 1979 y 1980, una temporada que hizo que la NBA cambiara para siempre.
La serie está basada en un libro de Jeff Pearlman: Showtime (Magic, Kareem, Riley, and the Los Angeles Lakers Dynasty of the 1980s), que tiene material para hacer varias temporadas.
Los creadores de la serie son Max Borenstein y Jim Hecht, aunque el sello estético, narrativo y formal, es de Adam McKay (que dirige el primer capítulo); especialmente el estilo de sus tres últimas películas: La gran apuesta, El vicio del poder y No mires arriba. Esto significa una avalancha de imágenes, un trabajo de montaje acelerado y una fotografía muy tratada que mezcla muchos estilos: la imagen digital HD, con una imagen analógica (que es falsa, hacen como si fuera celuloide, de hecho se ve en muchas ocasiones el agujero del celuloide) y una imagen quemada al estilo de la tv de los años 80’s. Una serie plagada de filtros (tiene más filtros que Instagram) que hacen que se parezca a una pieza documental. Todo está contado con una velocidad muy alta. Una estética que en el fondo es similar a MTV de los años 80’s, pero que Adam McKay ha hecho de ella un estilo narrativo.
La serie, entonces, es una excusa para hablar sobre los negocios, de la parte que se esconde detrás de esa gran industria del espectáculo que es la NBA, y en cómo mutó ese año hacia el “showtime”.
Hay muchísimas fiestas, muchos diálogos (muy bien escritos), muchas comidas, muchas coreografías (descubrimos que Paula Abdul fue la primera “chica Laker”) y el básquet tarda un poco en llegar, pero cuando llega es apasionante.
El audio tiene un capítulo especial en la serie, está trabajado en tres niveles: los personajes hablan dentro de la ficción, los personajes hablan a cámara fuera de la ficción (tal vez el nivel más fallido), y hay escenas donde dejan fuera de sincronía el audio, el personaje sigue hablando pero en la imagen se lo ve haciendo otra cosa. Una propuesta barroca que busca, tal vez, metaforizar la locura desenfrenada que se vivía en esos años.
La música de Nicholas Britell (Succession, The underground Railroad) es exquisita, como ya nos tiene acostumbrados este extraordinario compositor.
La rivalidad de Magic Johnson y Larry Bird (el año donde los dos salieron del draft), fue uno de los alicientes potentes para que la gente se enganchara a la NBA, había una lucha entre la Norteamérica agrícola profunda y blanca, que representaba Bird, contra la Norteamérica de barrio y afroamericana de Johnson. Y los estilos de juego eran muy diferentes. La serie utiliza esta rivalidad, y toma partido por Johnson. Logrando las mejores escenas de básquet, y emoción, de toda la temporada.
Las actuaciones merecen un capítulo aparte, John C. Reilly (a quien también podemos ver en la pequeña y sensible película Stan & Oli que está en Netflix) encabeza el reparto de la serie como Jerry Buss, el magnate que compra Los Angeles Lakers en 1979 dispuesto a transformar el equipo para siempre: ¿su primer paso? fichar al joven prometedor Erving "Magic" Johnson (interpretado por Quincy Isaiah).
John C. Reilly está especialmente brillante equilibrando el narcisismo y el encanto de su personaje. El debutante Quincy Isaiah logra hacer muy buen trabajo plasmando a uno de los iconos del deporte y hace excelente dupla con el Kareem Abdul-Jabbar de Solomon Hughes (el capítulo 5 está dedicado a Abdul-Jabbar y su compromiso político y religioso).
Jason Clarke está muy bien como la ex estrella de los Lakers y gerente general Jerry West, al igual que Adrien Brody como el entrenador Pat Riley. También está Gaby Hoffmann, actriz que siempre se luce (recordemos sus descollantes interpretaciones de Ali Pfefferman en Transparent y Caroline Sackler en Girls) y la inoxidable Sally Field. El actor y dramaturgo Tracy Letts compone a un perfecto Jack McKinney. En resumen: un envidiable seleccionado actoral (Globetrotters de la actuación).
La serie seguramente tendrá un lugar de privilegio en la temporada de premios. Tiene todos los condimentos para estar en los listados de las mejores del año, aunque no le escapará a la polémica con las personas que muestra. “Magic” Johnson ya dijo que no piensa ver la serie porque “es todo mentira” y está involucrado en una docuserie de cuatro episodios para Apple TV+, They Call Me Magic, donde contará “su verdad”.
Lakers (Tiempo de ganar) muestra el comienzo de un cambio cultural que va más allá del básquetbol y lo hace realmente muy bien. Es el inicio de la cultura del show, de las celebridades, del gran espectáculo y los contratos multimillonarios, una mezcla de Hollywood, Playboy y Disney. Adentro de la NBA quizás las cosas sigan siendo igual de turbias y corruptas, pero para afuera todo reluce con el brillo de un entretenimiento “para toda la familia”. Después de todo “el show siempre debe continuar”.