Pantalón marrón, remera oscura. Una pulsera roja en la mano derecha, que levanta para saludar cuando entra al plató de televisión para ser el personaje con el que el programa abrirá la semana de invitados. 

Franco Colapinto, que irrumpió hace tres carreras de modo sorpresivo en la Fórmula 1, repite la frescura que refleja en el paddock del Gran Circo en los medios. No sorprende, porque en su primera interacción con la prensa, en el autódromo de Monza, cuando debutó con Williams en un gran premio a tiempo completo, mantuvo largas charlas con los periodistas que deseaban conocer quién era el joven argentino que devolvía al automovilismo nacional, tras 23 años, a la cúspide del deporte motor. 

Intrépido como en la maniobra de la largada del reciente GP de Singapur, el pilarense jugó con sus humoradas durante una entrevista distendida, que tuvo múltiples ejes: desde cómo se quedó sin batería al pulsar de modo equivocado un botón del volante a su relación con Bizarrap, o el entrenamiento del cuello al que se exigen los pilotos.

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