Rubén Magnano, el técnico dorado
En un nuevo capítulo de la mirada cordobesa sobre The Last Dance la palabra del ex conductor del histórico equipo de Atenas de 1997/98 y del seleccionado nacional.
Tres momentos clave. Tres instancias cruciales para el básquet argentino. Los antecedentes necesarios y el primer gran paso, acaso el más importante, dado por un combinado nacional que ha quedado inmortalizado como la Generación Dorada.
Tres torneos, separados por 10 años. Sólo un protagonista en común.
Tres roles: asistente, director técnico y mentor. Rubén Pablo Magnano, el cordobés que como asistente vio en primera persona a Michael Jordan, a quien estuvo a punto de cruzar en una final que hubiera quedado registrada en el documental The Last Dance, de reciente y aclamada publicación en la cadena ESPN y la plataforma Netflix.
Magnano, el mismo que dirigió al primer seleccionado capaz de derrotar a uno de los míticos equipos integrados por superestrellas de la NBA, conocidos como Dream Team.
Uno
Entre junio y julio de 1992 se desarrolló en la ciudad de Portland, estado de Oregon, Estados Unidos el Campeonato FIBA Américas de 1992.
Este torneo otorgó cuatro plazas para los Juegos Olímpicos que se disputaron en Barcelona. Sin embargo es mayormente recordado por ser la primera competencia oficial a la que el país del norte acudió representado por las grandes estrellas de la NBA.
En su trayecto al éxito ese Dream Team enfrentó a un combinado argentino que comenzaba a asomarse a un nuevo orden mundial en materia basquetbolística, con USA como referencia indiscutible y la paulatina disolución de las repúblicas cuyas representaciones disputaban el trono en décadas anteriores: Yugoslavia y la URSS.
Por entonces la selección argentina era dirigida por Walter Garrone, técnico con el que la Asociación Deportiva Atenas había comenzado su camino para convertirse en el equipo más importante de la liga nacional y uno de los más poderosos de Sudamérica.
Entre los asistentes que integraban su cuerpo técnico albiceleste se encontraba un joven Rubén Magnano, quien había "heredado" su puesto en el club de General Bustos dos años antes y ahora registraba todo lo sucedido en las contiendas internacionales.
Obsesivo por algunos detalles, buena parte de la información acumulada en aquellos años emplearía luego en sus experiencias internacionales.
Dos
En octubre de 1997 se disputó en París la octava edición del McDonald's Championship. También conocido como Open McDonald's, fue durante 12 años una competición organizada de manera conjunta por la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) y la National Basketball Association (NBA).
El acceso a tal competencia tenía poco de abierto. Las pocas plazas estaban reservadas para los campeones intercontinentales de América y Europa y los monarcas de las ligas más fuertes del mundo. Comenzando por la NBA, claro.
En la capital de Francia brillaron de modo más ostensible que nunca las luminarias de Atenas, que subió al podio del torneo y a poco estuvo de llegar a la final contra los míticos Chicago Bulls sobre los que se ha centrado The Last Dance.
Al mando de aquel equipo verde se encontraba Rubén Magnano, en su segunda etapa en la institución del barrio General Bustos.
Con recursos humanos menos reconocidos en las mecas donde se adora a la naranja, pero con un estilo que no negociaba sacrificio, aquella formación "griega" sorprendería al mundo con grandes actuaciones. Poco faltaría para un gran batacazo.
Tres
El estrépito, el mayor de la historia del deporte, se produciría el 4 de septiembre de 2002 en Indianápolis, Estados Unidos.
Por la segunda fase del Campeonato Mundial de Baloncesto, la selección argentina derrotaría a su par local, al que, por carácter transitivo, también denominaban Dream Team.
El impacto superaría la contienda. Se trataba de la primera defección para un equipo conformado por estrellas de la NBA, que por entonces acudían a "pasear" por las canchas; la primera derrota para un team yanqui tras 58 partidos; el fin del aura que hasta entonces tenían los "equipos de ensueño" para cuya génesis había sido esencial aquel Michael Jordan.
Más importante para nuestro país, sería el punto de partida para un grupo de jugadores que desde entonces no cejarían en su búsqueda de gloria, ya sin pósters en la pieza.
Aunque en aquel Mundial los fallos arbitrales negarían el campeonato, la oportunidad de revancha llegaría sólo dos años después, en los Juegos Olímpicos de Atenas. Justamente Atenas. La medalla de oro coronaría un proceso que, por dos décadas, ha tenido a la albiceleste en el lote de los aspirantes como nunca antes sucediera.
Pero sin dudas aquel batacazo de 2002 sería el mojón más notorio para iniciar la ruta de éxitos. Y sería bajo la batuta de Rubén Magnano, que había impuesto su filosofía a una docena de talentos extraordinarios. Solidaridad, defensa férrea, generosidad para pasarse la pelota y un irrenunciable compromiso con el colectivo.
Dieciocho años después, ya como mánager de la selección uruguaya, el técnico cordobés forma parte de los millones que han visto el documental que se volvió furor. Y con esa experiencia como excusa se permite recordar vivencias de cada uno de esos tres momentos clave.
De eso se trata este tercer episodio de "Michael Jordan y los cordobeses que enfrentaron al mito", una producción multimedia de los SRT realizada por Eduardo Aguirre, Franco Pérez, Miguel Planells, Juan Ramé, Juan Cruz Taborda Varela y Luis Zegarra.