Al cabo de tres horas y 19 minutos, Sebastián Báez llegó a su primera final del circuito ATP sobre superficie dura, y sexta en general, al derrotar este viernes al croata Borna Coric por 6-3, 6-7 (4-7) y 7-6 (7-2) en la única semifinal que se desarrolló en el torneo ATP 250 de Winston-Salem, Carolina del Norte. El bonaerense de 22 años y 42º en el ranking mundial sacó adelante un partido muy luchado contra el primer preclasificado y jugará el duelo decisivo frente a Jiri Lehecka (35º). El checo no necesitó jugar para avanzar, por la no presentación del estadounidense Sebastian Korda, que no se recuperó de una torcedura de tobillo.

En la semana previa al comienzo del Abierto de Estados Unidos, Báez extendió su muy buena racha a nueve triunfos consecutivos. A los cinco alcanzados en el polvo de ladrillo de Kitzbühel, Austria, donde se coronó campeón ante el local Dominic Thiem, añadió los cuatro que consiguió esta semana en otra superficie, en suelo norteamericano.

Báez sacó con ventaja de 3-1 en el segundo parcial y parecía encaminar el triunfo, pero Coric le quebró el servicio. Tras el 3-2, Báez solicitó la asistencia de un fisioterapeuta por un sangrado nasal, pero eso no le impidió seguir peleando palmo a palmo el juego en ese parcial y el siguiente, con un alto nivel. Sin embargo, el croata remontó y llevó el juego a un tie break. El desempate tuvo mucho suspenso y al argentino falló ocasiones favorables contra un adversario tan aguerrido como él.

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La alegría llegaría con suspenso al cierre de otro tie break, tras ir batallando punto por punto. En ese tramo decisivo, a diferencia de lo que sucedió en el segundo set, se mostró sólido para tomar la delantera, lograr miniquiebres de saque una y otra veces y encaminarse a la victoria.

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Aun en caso de perder la definición, el bonaerense trepará al 35º lugar en el ranking internacional. Ésta será la sexta final que protagonizará en el circuito Báez, que tendrá la necesidad de recuperarse del gran esfuerzo físico para jugar frente a un oponente que llega descansado por no haber jugado una semifinal. El argentino jugó casi 200 minutos con más 30° de temperatura en el ambiente y 70% de humedad. Por eso apenas le quedó energía para el festejo tras la victoria.

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LA NACION