El evento, que atrajo a cerca de 400.000 personas a las costas y a cientos de barcos acompañando a las embarcaciones, se inició con la expectativa de un espectáculo náutico impresionante. Sin embargo, pronto se convirtió en un escenario de dolor y desesperación.

Desde el comienzo de la competencia, los partes meteorológicos avisaban sobre un "frente de tormenta agresivo." No obstante, pocos esperaban el trágico desenlace que se confirmaría en la madrugada del viernes australiano. Los fatalidades se produjeron cerca de la costa de Nueva Gales del Sur, donde dos tripulantes fueron golpeados por las botavaras de los yates en que navegaban.

La primera víctima pertenecía al yate Flying Fish Arctos y murió poco antes de la medianoche del jueves. La segunda, a bordo del Bowline, perdió la vida a las 2 de la madrugada. La botavara, una estructura crucial en los veleros, puede girar rápidamente y se convierte en un peligro en condiciones de viento extremo.

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A pesar de los intentos de reanimación, la tripulación del Flying Fish Arctos no logró salvar a su compañero. El Comité de Regatas de Yates Sydney-Hobart emitió un comunicado lamentando las muertes y ampliando que los incidentes están siendo investigados por la policía acuática, lo cual complica la notificación a las familias.

El trágico evento no solo se detuvo en las muertes. También se reportaron varios incidentes de seguridad durante la noche, donde un miembro de la tripulación del Porco Rosso fue arrastrado al agua pero afortunadamente fue rescatado por sus compañeros. Además, se evidencia una creciente preocupación con respecto a la seguridad en regatas, ya que un número significativo de embarcaciones se retiró debido a las condiciones adversas.

David Jacobs, vicecomodoro del Cruising Yacht Club of Australia, expresó su preocupación sobre la inusual cantidad de abandonos, resaltando cómo la seguridad debe ser constante. Las adversas condiciones climáticas, con vientos de 25 a 30 nudos y olas de hasta 3 metros, obligaron a muchos veleros a retirarse.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, compartió sus condolencias a las familias de los fallecidos, recordando que la Sydney-Hobart es una tradición que debería ser un momento de alegría y no de pérdida.

Esta tragedia nos recuerda las duras realidades de la navegación de alta mar y reitera la importancia de mantener estándares de seguridad robustos. Las muertes ocurren 26 años después de otra tragedia en la misma regata, donde seis personas perdieron la vida, lo que llevó a reformas significativas en los protocolos de seguridad de la competición.

A medida que las condiciones climáticas continúan desafiando a los competidores, la comunidad náutica debe aprender de estas experiencias trágicas para mejorar la seguridad y preservar el legado de esta icónica regata.

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