Alfredo Zitarrosa: pa'l que se va
El autor de estas notas estuvo presente en su concierto del regreso al Río de la Plata luego del exilio. Poco después, el gran cantor uruguayo pudo volver a su país, Uruguay. Pero murió demasiado joven. Esta nota lo recuerda y de alguna forma, pequeña tal vez, lo recupera
Qué noche aquella. Recuerdo que nos estremeció cuando salió a escena y cantó. No puedo ni quiero imaginar cuánto pasó por él, por su corazón, aquella noche.
Fue inolvidable.
Alfredo Zitarrosa, que nació en marzo de 1936 en Montevideo, la capital de Uruguay, y murió en enero de 1989, también en Montevideo, a los 52 años -qué joven- es para quien escribió una despedida notable el gran Eduardo Galeano:
Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites. Y cuando volvió, Juceca nos contó lo que había escuchado. San Pedro preguntó nombre, edad, oficio. -Cantor -dijo Alfredo. El portero quiso saber: cantor de qué -Milongas, dijo Alfredo. San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó: -Cante. Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien. San Pedro quería que aquello no acabara nunca. La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos. Y Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja. Y contó Juceca que ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios.
Alfredo, sí, era un capo. Y sufrió mucho en su corta vida.
Sufrió el exilio. Y eso lo mató tempranamente, estoy seguro.
Lo político lo saben muchos.
Pero no muchos saben que Zitarrosa, además, nació sin padre a la vista, o sea siendo un hijo de Jesusa Iribarne, madre soltera, y después de haber crecido junto a Carlos Durán, pareja de su madre; recién tuvo el apellido definitivo cuando el siguiente compañero de su mamá, el argentino Alfredo Nicolás Zitarrosa, lo adoptó y le dio el suyo. Primero fue locutor de radio, seguramente impulsado por la calidad de su voz grave, y como tal trabajó un año, todo el 61, en Radio Universidad de Córdoba.
Después se hizo cantor. Y también fue un gran autor.
Suya es Doña Soledad, por ejemplo, el candomb en que el autor le dice a la doña:
La carne y la sangre son de propiedad del patrón, doña Soledad. Cuando cristo dijo “no”, usted sabe bien lo que pasó.
En este tiempo de libertarios -que es lo mismo que neo fascistas- adquiere un especial significado otro tramo de esa letra:
Mire doña Soledad, póngase un poco a pensar qué es lo que quieren decir con eso de la libertad. Usted se puede morir, eso es cuestión de salud, pero no quiera saber lo que cuesta un ataúd.
Esta pequeña nota, torpemente tal vez, intenta recuperarlo.