Andrés Calamaro, secretos de la noche
En un afiebrado año 2001, luego de publicar el quíntuple “El Salmón”, el músico argentino tuvo un período de alta creatividad sin exposición pública oficial. En ese momento echaba a correr algunas grabaciones de baja calidad sonora en la red y también envió a algunos periodistas conocidos suyos unos cassettes desordenados. Aquí, el autor de esta nota, presenta algo de esos registros que luego, en discos posteriores, fueron canciones formales
Fue a través de mi hermano Guille, periodista, que recibí esas cintas que Andres grabó compulsivamente, en horas intensas.
Más como yo tenía tiempo y disposición, digitalicé los cassettes y los ordené.
Eran tiempos duros para el país. Año 2001.
A Andrés lo había conocido dos décadas atrás en el comienzo de Los Abuelos de la Nada, y con él mantenía venía teniendo contacto cercano cuando comenzó su camino personal con Alta Suciedad y Honestidad Brutal, luego de su éxito grupal con Los Rodríguez. Así que podríamos decir que esas grabaciones suyas, producto de los impulsos, llegaron a destino.
Los cassettes eran desordenados y no tenían más que unas portadas manuscritas y con frases enigmáticas.
Los digitalicé y los guardé, y con el tiempo descubrí que algunos de esos bocetos de canciones llegaban, claramente más prolijas, a discos oficiales que tenían buenos arreglos y superior calidad de ejecución y grabación.
Aquí presento algunos tramos de esos cassettes no-oficiales, y sobre el final de cada canción, un fragmento de la versión “pública”, extractada de los discos conocidos.
En estos cassettes, que están llenos de música desbordada y sin prolijidad, hay insólitas versiones de canciones argentinas y no, que después Calamaro no hizo públicas.
Esas sí que son formidables sorpresas.