B. B. King, rey en serio
Uno de los más grandes guitarristas de blues del mundo, verdadera leyenda, tuvo una muy fuerte relación con la Argentina. Por Pappo y por otras pequeñas historias que cuenta esta nota, firmada por quien lo vio en aquellos conciertos en Obras Sanitarias en 1992…
Estuve en aquel concierto en que empezó su histórico ciclo en Obras con Pappo’s Blues como teloneros, y que terminó con el Carpo subiendo a tocar con él. Esta es la entrada de aquella noche del final de octubre de 1992.
Tiempo después, por esto de andar en lugares adecuados, vine a saber cómo había empezado todo.
Resulta que Carlos Geniso, baterista del grupo Avalancha, bautizado Pirimpinpín por Javier Martínez de Manal (“cómo querés que te diga, si con los palillos sólo hacés pirimpinpín!”), estaba viviendo en Nueva York con su amigo Carlos Pan, también compañero de banda… Vendían panchos con un puesto callejero. Hot dogs.
Un día, según me contó Pirím -que tiene una graciosísima voz ronca y un latido muy porteño para contar historias, y que hoy es el principal empresario del rock en Chile- le dijo a Pan: -Che, el señor que va ahí enfrente ¡es B. B. King! Y lo siguió a las corridas… para regalarle un pancho. Muy gracioso.
Así se hicieron conocidos del gran maestro, quien les contó que andaba por ahí porque en un edificio de esa cuadra tenía a su representante.
Y a esa oficina fueron otra vez los dos argentinos con panchos de regalo. Preguntaron cuánto salía el cachet para que el guitarrista tocara en la Argentina, y aunque era una suma abultada, bajaron a Buenos Aires a juntar la plata. Hicieron todas. Hasta hipotecaron una casa paterna.
Y así, en mayo del 80, B. B. King tocó por primera vez en la Argentina. Los dos ex músicos devenidos en empresarios perdieron plata, claro, y fueron unos amigos suyos -Charly García, David Lebon, León Gieco, Pedro Aznar, Oscar Moro, Raúl Porchetto y Nito Mestre, nada menos- quienes hicieron un concierto colectivo en un gimnasio de La Plata para juntar el dinero que les permitiera un recupero de lo perdido.
Aquella vez en el 80, Pappo ofició de remisero de B. B. King y, muy simpático, le regaló ¡un queso! De ahí salió el apodo para el guitarrista argentino de Mr. Cheesman, el Señor Queso.
En octubre del 92, B. B. King tocó en Obras con Pappo’s Blues de invitados, y se extrañó cuando el público coreaba un encendido ¡Y dale Pappo, dale dale Pappo! Ahí fue cuando el norteamericano invitó al argentino y vio que Mr. Cheesman, además de ser muy querido por la gente, tocaba de manera formidable.
Tan bueno era, que en agosto del año siguiente, B. B. King lo invitó a tocar como invitado en el mismísimo Madison Square Garden de Nueva York, en una noche en la que también subieron otras leyendas del género como Buddy Guy y Koko Taylor.
B. B. King tocaba siempre con una guitarra Gibson que llamaba Lucille y terminaba sus conciertos tirando púas con su nombre al público. Hermoso.
Murió en mayo de 2015 en Las Vegas. Tenía 89 años.