Carlos Di Fulvio y la historia de su chacarera inmortal
El testimonio directo de su autor le permitió al periodista reconstruir la historia de la célebre ¿Se acuerda doña Maclovia?, una de las piezas del buen repertorio folklórico que hoy tiene numerosas versiones.
Los periodistas solemos pedir precisiones. Cómo, cuándo, dónde, por qué.
En este caso no fue posible obtenerlas.
Una mañana en Córdoba, Carlos Di Fulvio recibió en su casa al autor de estas líneas, preparó un mate y dejó que el visitante encendiera su grabador. Así empezó a contar muchas historias, una de las cuales reseña esta nota.
Realmente, no importa cuándo. Se podría decir, en todo caso, hace mucho.
El poeta Carlos Benarós le pasó al músico Carlos Di Fulvio algo que había escrito durante un reciente viaje suyo en tren por el norte argentino.
-Carlos, a usted que le gusta escribir sobre las viejitas, le doy esto.
Carlos Di Fulvio había firmado una obra llamada Campo afuera en la que hablaba de Doña Dominga, una eximia bailarina de chacarera. La señora, según la letra, tenía 70 años.
Empezaba diciendo el texto de Benarós:
A usted mi doña Maclovia le canto esta chacarera.
El corazón me dolía cuando pasé por Herrera, ay.
¿Se llamaba Maclovia la señora? No importa.
Herrera es una pequeña localidad del sur de Santiago del Estero, cabecera del departamento de Avellaneda que tiene menos de dos mil habitantes. Un zona muy pobre. Allí hizo un alto el tren en el que viajaba Bernarós.
Cuando pasé por Herrera esa madrugada fría
de ver tanto pobrerío el corazón me dolía
El panorama despertó una reflexión del poeta:
Sabrán los que tienen tanto, lo que un pobre necesita
Tan hartos que hay para algunos y para muchos nadita
Y una conclusión también:
Chacarera, chacarera.
Toditos somos iguales.
Para unos los beneficios
y para muchos los males
León Benarós fue un reconocido poeta nacido en Villa Mercedes, San Luis, en 1915. Murió en Buenos Aires en 2012, a los 97 años.
Es el autor de, por ejemplo, La tempranera, la zamba que cantó Mercedes Sosa.
Fue también historiador, aunque seguramente muchos lo recuerdan más porque durante años fue jurado en el programa televisivo Odol pregunta que conducía Cacho Fontana.
Di Fulvio siempre tuvo interés en el folklore y en la historia. Es autor del Canto Monumento al General Paz, la mayor obra que se escribió sobre el militar cordobés, y del Canto Brocheriano en memoria del cura también cordobés José Gabriel Brochero. En ese rubro también dedicó un trabajo al Chacho Peñaloza, caudillo riojano, sobre textos justamente de León Benarós, que interpretó Jorge Cafrune. En los últimos años se ha dedicado a poner en valor el Camino Real que antiguamente comunicaba el norte del país por su zona central, y en ese intento trabó relación con Juan Schiaretti, actual gobernador de Córdoba con aspiraciones presidenciales. De allí que lo acusan de schiarettista cuando en rigor el gobernador no ha sido más que un político que escuchó la propuesta del folklorista y lo apoyó. Qué fines perseguía o qué ideas tenía Schiaretti al darle una mano a Di Fulvio ya es otro tema.
El periodista sabe que durante años, Di Fulvio fue considerado mufa pero nunca le importó. Sabe, y quizá no sea casual, que el mote de Señor-Mala-Suerte le cayó al folklorista durante un gobierno militar, después de que eligiera hacer su disco sobre el General Paz acompañado por un grupo que se llamaba Los Montoneros…
Decía más adelante la canción de Benarós sobre la señora santiagueña que le había ofrecido agua caliente en Herrera durante la parada del tren:
Se acuerda doña Maclovia cuando pasé por Herrera
Un fueguito hacía usted en la claridad primera, ay
Sí, eso había sido en la madrugada; faltaría un rato para que el sol hiciera el día.
Ay mi tierra de Santiago, tanto que usted la ha querido,
nada le sabe deber, ingrata que le había sido.
Nadita le debe usted, si será destino fiero,
solita su alma en el mundo, la pavita y el brasero.
La chacarera, en un clásico estilo, cierra con el estribillo:
Chacarera, chacarera.
Toditos somos iguales
Para unos los beneficios
y para muchos los males
Unos años después del encuentro, este periodista le propuso a Di Fulvio hacer otra entrevista pero el señor, muy amablemente, se negó.
-¿De qué vamos a hablar? Si ya le conté todo.
De ahí lo de la atemporalidad. Se entiende.