Cómo empezó el sueño de Abel Pintos
Por gestión e iniciativa de León Gieco, el autor de esta nota produjo en 1997, es decir hace 26 años, el disco debut del cantante de Ingeniero White. La epopeya del artista que por entonces era un preadolescente, comenzó con un cassette que le llegó a Raúl Lavié. Esta nota aquí presenta un par de temas de esa histórica cinta demo
Claro, en un primer momento nos preguntaban si éramos parientes. Compartíamos el apellido.
Por tanta historia que presencié de cerca, fue que resultó muy grato el reencuentro, una mañana en la radio, ya en Córdoba.
El artista en cuestión, Abel Pintos, hoy ya es un muchacho grande. Tiene 39 años e incluso es papá.
El comienzo de su historia parece de película.
En 1996, a los 12 años, el pequeño Abel grabó un cassette con pocos recursos, en forma muy artesanal, y su papá Raúl se lo dio a a Raúl Lavié una noche en que el cantor de tangos actuaba en Bahía Blanca, ciudad pegada a Ingeniero White donde vivía la familia Pintos.
Ese registro, que nunca vería la luz en forma masiva porque en rigor no tenía la categoría de disco ni una calidad sonora aceptable, Lavié se lo dio Lavié a Pity Yñurrigarro, empresario y representante artístico de varios artistas, entre ellos León Gieco.
Inmediatamente después, Pity le dio la cinta a León, para que éste viera si era interesante, y una tarde, en una sala de la casa de la calle República de Indonesia, cerca del parque Rivadavia de Buenos Aires, León le dio play y el niño cantó.
El cassette comenzaba con el tema que habían compuesto Mario Alvarez Quiroga y Miguel Angel Morelli y que meses atrás le había abierto el camino a una adolescente de 15 años de Arequito, Santa Fe, llamada Soledad Pastorutti.
Era una chacarera dedicada a Atahualpa Yupanqui que Abel después no grabaría en ningún disco suyo, por lo cual el valor histórico de este registro es muy grande.
Soledad era un referente del éxito, claro. Seguramente por eso, y por genuina admiración, también, fue que Abel incluyó ese tema.
Pero quien más le marcaba el camino, desde hacía ya varios años, era Mercedes Sosa, por quien el niño tenía no solo un gesto de reconocimiento sino también una especie de idolatría.
Por eso no extrañó que en este cassette de demostración, figurara otro tema emblemático del repertorio de Mercedes, la chacarera La flor azul, escrita por Mario Arnedo Gallo y Antonio Rodríguez Villar, con algunos cambios -muy sutiles- en la letra.
En este cassette demo, Abel incluyó también Se acuerda doña Maclovia de Carlos Di Fulvio y León Benarós, Razón de vivir de Víctor Heredia, La cerrillana de Abel Mónico Saravia, Canción con todos y Fuego en Anymaná, de Armando Tejada Gómez y César Isella, Cuando sientas, de Horacio Guarany, La arenosa, del Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla, De fiesta en fiesta de Peteco Carabajal y El cosechero de Ramón Ayala, todos ya grabados alguna vez por Mercedes Sosa.
Hoy Abel es el artista más convocante de la música popular argentina.