Fui testigo de los primeros Cosquín Rock fuera del país. En Perú, en Colombia, en México. Me sorprendió enormemente que los extranjeros -no digo el público, que podría estar desinformado, sino los periodistas, que se descuenta que tienen mejor data que la gente digamos común- se sorprendían cuando les decía que Cosquín es una ciudad argentina y que hay un festival más añejo y más tradicional que el Cosquín Rock. ¿Es una ciudad?, me preguntaban, o incluso ¿es una ciudad anterior al festival? El festival del que hablaban, aclaro, no era el de folklore, del que no tenían ni noticias, sino el rockero.

He allí una primera certeza. Por viveza de sus impulsores, o porque así son estos tiempos, ha primado la comunicación.

Cosquín la ciudad, o el festival de folklore, no tienen la percepción de cuán importante es comunicar mucho y bien. El Cosquín Rock sí.

Y ahora es un buen negocio.

León Gieco y Juanse en el Cosquín Rock 2023. Foto: Emmanuel Fernández.

Recién ahora, digo, porque los fabulosos ingresos por venta de tickets y abonos, y por la presencia de sponsors, llegaron recién ahora, a más de 20 años de la primera realización, a equilibrar los enormes gastos de cachets e infraestructura que requerían estas realizaciones. Porque el festival siempre se hizo a lo grande, lo que significa bien, o como debe ser, en todo caso.

Buen sonido, buenas luces, buenos escenarios.

Recurro a dichos populares para graficarlo mejor. El Cosquín Rock echó mano siempre al viejo axioma si hay pobreza que no se note que en casi todo momento exhibió el rock en contraposición al atemos con alambre que algunas veces ha tenido el folklore.

Cosquín Rock ya de noche. Foto: redes

Dicho esto, no se olvida ni corresponde ignorar que José Palazzo, el gestor del festival, siempre ha tenido el pulgar arriba del establishment político de Córdoba. Nunca debió avanzar corriente en contra sino todo lo contrario. Y sí se debe destacar que, fiel a sus principios éticos y políticos -esos que por supuesto pueden ser unos para algunos y otros para el resto-, Palazzo siempre eligió hacer algo privado. No estatal o público, o dicho de otra forma, solventado en su principal parte con arcas que no fueras las suyas. 

Y como se dice en el fútbol, supo leer bien el partido.

Entendió de entrada el asunto de la comunicación y por sobre todo entendió que un festival como su Cosquín Rock debía ser algo más que una sucesión de shows musicales, por más que fueran shows de figuras exitosas y aceptadas por el gran público.

Así, hoy, el Cosquín Rock es una experiencia.

Tiene música, sí, y en varios escenarios a la vez, pero por sobre todo la multitud que convoca -ni vale la pena recurrir a cifras que se han publicado millones de veces- va al festival como quien dedica un fin de semana de su año al puro placer: viaja a Córdoba, que es un bello lugar -eso en el caso de quienes vienen desde otro lugar del país: no aplica del todo a los locales-, se encuentra con sus pares, madura los romances que por ahí se iniciaron en los veranos anteriores. Y se topa con música que lo representa.

Trueno en Cosquín Rock 2023. Foto: redes

En el armado de la programación hay otros destellos de la astucia en Palazzo.

Más allá de que el productor siempre dá un lugarcito a sus viejos amores, que son el blues y el rock más básico, digamos, ha sabido conceder importancia y lugar a los géneros y las tendencias que hoy triunfan.

Ese es otro secreto que debe ser develado. Palazzo entiende qué debe tener el Cosquín Rock.  Es muy probable que no sepa tanto, se aclara. Más bien podríamos decir que tiene una formidable intuición.

Huele que por ahí va. Y acierta.

Cosquín Rock a primera hora de la tarde. Foto: redes

Finalmente, el otro golazo del Cosquín Rock, que complementa algo ya dicho anteriormente, es que el festival se hace no en un ámbito cerrado sino al aire libre, como los más importantes del mundo, y eso en este caso puntual, le pone un condimento especial.

Aunque haya quienes piensen que es pura obviedad, digo que Palazzo no pone cerros de escenografía: hace el festival al pie de los cerros. ¿Viveza criolla?

El festival hizo su edición 23 en el verano pasado.

Agotó entradas.

Tiene realizaciones en otros países que no son franquicias, como alguna gente supone, sino que son producciones cordobesas -en asociación con productores locales, claro- donde se arriesga ahora y si se hacen bien las cosas, se ganará mucho mañana.

Y ya hay jovencitos de otros lados que están juntando pesos y ansias para venir a Punilla el verano que viene.

Aunque recién estamos en mayo.

COSQUIN ROCK 2023 - AFTERMOVIE
COSQUIN ROCK 2023 SPOT