Cuando Spasiuk era un changuito
Un añejo video rescata la música y el testimonio de un rubio misionero llamado Horacio Eugenio, de menos de 30 años, que ya era una primera figura del chamamé y que terminaría llegando a ser lo que hoy es, un nombre sobresaliente en la música popular del país que, además, siempre apunta al futuro. Quién sabe hasta dónde llegará el Chango. Esta nota presenta ese rescate, aunque en realidad es un elogio de la trayectoria magnífica de este artista que hoy tiene 54 años
Pareciera ser que se llega a ser definitivamente grande no en tiempo presente sino en pasado. O sea con el diario del lunes bajo el brazo.
Así pasó con Astor Piazzolla. También con Dino Saluzzi.
Así, probablemente, pasará algún día con el Chango Spasiuk.
Porque no hubo ni hay un músico argentino con tanta proyección internacional como él, que además siempre supo leer su tiempo y mostró cómo desmarcarse de los posicionamientos convencionales, sin dejar de ser nunca lo que fue al principio: un músico de chamamé.
A mediados de los años 90, es decir hace casi 25 años, lo entrevisté para un programa de tele que hacía.
Nos encontramos en San Telmo.
El era un rubiecito puro entusiasmo, nieto de ucranianos, que, según pude ver ahí mismo, ya la tenía muy clara. Decía que el chamamé es el rocanrol, y que (Ernesto) Montiel es Jimi Hendrix.
Ah, bué.
Después de haberlo escuchado en numerosos conciertos y festivales, y en sus discos, volví a encontrarlo en Córdoba para un documental sobre el festival de Cosquín.
Ya es tiempo de que se diga: el Chango Spasiuk marca diferencias con sus colegas porque es muy talentoso en lo que hace y porque además tiene una interesantísima capacidad intelectual que le permite ver que no hay un solo territorio en el amplísimo mundo de la música. Por eso llega al rock y al jazz, y aparece en festivales como el de Montreaux, y en el exterior se lo considera un artista de la world music, es decir, no tiene rótulos.
Por esto, justamente, es que hay quienes no entienden que el Chango Spasiuk tenga hoy una importante estatura en muchos lugares, incluso lejanos, que es muy superior a la de algunas estrellas que convocan multitudes acá.
No importa: alguien ya dijo alguna vez que una cosa es hacer carrera y otra, ganar la maratón.