El adiós de Alfredo Zitarrosa
Esta nota presenta un momento del programa "Disco Pi" que conducía el autor de estas líneas, con el registro documental de unos momentos del último concierto que dio el celebrado cantor uruguayo a fines de octubre de 1988, en un gimnasio nada importante del barrio de Caballito en Buenos Aires, y en el que apareció como invitada Teresa Parodi
No estuve en ese concierto. Sí en el último de Atahualpa Yupanqui, que fue en el gimnasio del Club Ferro, y del que me quedó un sabor amargo como cronista, porque escribí el comentario y le entregué el original -única copia- al jefe de la sección del diario en el que trabajaba, y como ese día no hubo lugar en la edición, el papel fue a un cajón, y después de varios días de esperar en vano, la crítica de ese concierto de… un señor de 80 y pico de años, ofrecido para unas 400 personas a lo sumo, qué iba a ser importante…, y fue al tacho de basura.
Alfredo Zitarrosa, el enorme uruguayo, actuó el viernes 28 de octubre del 88 en el modesto gimnasio del club Oeste porteño, en el barrio de Caballito, que está al 400 de la Avenida José María Moreno, podríamos decir en un punto equidistante del parque Rivadavia y de la autopista que termina en Liniers. Nadie sabía en ese momento que aquella sería su última presentación.
En el final de ese año 88, Zitarrosa tuvo un infarto mesentérico, que es una urgencia quirúrgica que resulta de un flujo arterial o venoso mesentérico insuficiente. El suceso, que le provocó tramendo dolores abdominales durante varios días, derivó en una peritonitis que la causó la muerte. Su corazón dejó de latir el 17 de enero del 89.
Muchos años después de aquello, presenté en el programa Disco Pi el registro documental del concierto de esa noche, en el la correntina Teresa Parodi que tuvo un impensado protagonismo, al punto que fue invitada al escenario.
Este es aquel momento.
Corresponde decirlo: A Alfredo Zitarrosa lo mató tanta tristeza que le provocó el exilio. Su regreso a Uruguay lo puso feliz, pero el daño, sí, ya estaba hecho.
(En Buenos Aires cantó Doña Soledad y preguntó qué es lo quieren decir con la palabra libertad. Hoy aquello adquiere un nuevo significado).
Y un día el cielo de Montevideo se puso más triste que nunca, cuando él se fue.