El gran misterio de los discos de Bob Marley
El músico más importante y más trascendente del Tercer Mundo tuvo su gran momento de popularidad desde principios de los 70, hace 50 años, hasta el momento de su temprana muerte, en 1981. Pero sus discos siguen sonando a nuevo, mientras que otros de importantes solistas y bandas -en cuanto a su sonido- han envejecido casi naturalmente. ¿Cómo hizo Bob?
Sí, los discos de Bob Marley, aunque todos tienen más de 40 y hasta 50 años, aún hoy suenan formidable.
En esta reflexión, que termina en la gran pregunta (¿Cómo hizo?) confluyen dos cuestiones.
Una, la anécdota. Tengo una cantidad importante de discos de vinilo. No porque sea un adinerado ni un coleccionista, sino simplemente porque muchos los guardé de cuando eran moneda corriente. Otros, demasiados, los regalé, los vendí o los perdí en las mudanzas de casa. Y ahora que se han puesto otra vez tan en boga, se celebra con entusiasmo cuando llega uno nuevo. Hace un par de días recibí una versión colorida del viejo y hermosísimo Legend de Bob Marley en una edición especial, tricolor -esos gustos se daban los vinilos-, que celebra el 30 aniversario de su primera tirada, que fue en el 84. Saco cuentas y veo: éste no es un disco nuevo, tiene ya varios años. Lo dice: es del 2014. Ah.
Otra, la historia. Vivo en un pequeño pueblo del interior cordobés, a unas pocas cuadras de la casa de Mario Breuer, máster de la realización técnica de emblemáticos discos del rock argentino, como varios de los Redonditos de Ricota, Charly García, Sumo, Los Abuelos de la Nada y podría seguir la lista. Nos visitamos periódicamente y hablamos, claro, de música. Una vez le pregunté cómo es que había discos tan añejos que aún hoy suenan tan bien. Me respondió con claridad y mucha firmeza: -Porque fueron grabados por buenos músicos en buenos estudios y con buenos micrófonos.
Si esas condiciones coincidieron con buenas músicas, no hay otro resultado posible.
Así son los discos de Bob Marley.
Robert Nesta Marley, Bob, nació en un pequeño pueblito de Jamaica, Nine Mile, en febrero del 45. Si bien hizo algunos discos en su país natal -hoy conocidos como de su pre historia-, podría decirse que comenzó su gran notoriedad en la primera mitad de los 70 cuando fue contratado por un sello inglés, Island Records, y apoyó sus pies para tomar impulso en Gran Bretaña. En ese momento los jóvenes más desarrapados y más olvidados de la poderosa isla estaban gestando lo que después se conocería como punk. Marley, negro, del Tercer Mundo, poco adicto al baño y consetudinario fumador de marihuana -básicamente por cuestiones religiosas y por folklore callejero de su país, más que por cuestiones meramente recretivas-, fue casi lógicamente una bandera para esa gente.
Hizo discos memorables, se convirtió en una estrella mundial y en mayo del 81 murió. Muy pronto, demasiado pronto.
Lo abatió un cáncer que comenzó como un melanoma en su piel y que en un tiempo relativamente breve hizo metástasis en sus pulmones y en su cerebro.
Tenía sólo 36 años.
Bob no alcanzó a ver el triunfo mundial del reggae, adoptado por el punk (The Clash y muchos más) y por el post punk (The Police y muchos más, y sus discos originales hechos en vida, que fueron 11 y ni uno más, más un par de compilados y de publicaciones post mortem, entre cuales se encuentra este Legend, vendieron miles y miles. Millones. Y se siguen escuchando como si hubieran sido hechos ayer nomás.
¿Cuál es el misterio?
Seguramente es lo que dice Breuer. Son buenas canciones interpretadas por buenos músicos y grabadas en forma óptima, sin veleidades de modernidades o modas. Sonido bien clásico.
Legend vendió 29 millones de copias en todo el mundo cuando se fabricaban discos. Primero vinilos, luego discos compactos digitales. Ahora que hay un gesto vintage para los vinilos, es probable que esa cifra aumente algo. Pero no importa: lo que ya vendió es mucho. Muchísimo. En las plataformas digitales se sigue escuchando, claro.
Y qué bien suenan esas canciones.
Aquí presenta esta nota la transcripción directa de los discos de vinilo de época, con una notoria fritura, claro, pero con la calidad suprema que tiene el sonido de estas ediciones. Se advertirá que todo lo comentado es cierto.