Jorge Cafrune y el gran misterio: ¿Lo mataron o fue un accidente?
Es la pregunta del millón dentro de la historia reciente de la música popular del país: cuando una camioneta lo embistió, en el verano del 78, ¿el folklorista murió accidentalmente o lo suyo fue un asesinato concretado en el marco de la brutal represión que habían instrumentado las autoridades del gobierno militar de ese momento? Hoy hay un libro que se refiere explícitamente ese episodio, hay una película referida a su figura, hay cientos de notas sobre el tema. Todos que deslizan conjeturas. ¿Cuál es la verdad?
Jorge Cafrune murió a los 40 años. Parecía tener más, porque su porte era la de un hombre sin edad. Porque parecía mayor tal vez por su barba tupida y con canas. Porque quienes lo conocían de cerca aseguran que tenía el gesto serio.
Su muerte, producida en el verano de 1978, o sea hace 45 años, resume en buena parte lo que fue la Argentina durante la última dictadura: había quienes miraban displicentes para un lado, había quienes miraban atentos para el otro, y también había otros, los negacionistas, qué cosa, que directamente cerraban los ojos para decir después que no habían visto nada y que por lo tanto no sabían nada.
Ahora, que se están por cumplir 40 años desde la recuperación de la democracia, una revisita a ese trágico accidente que le costó la vida, invita a reflexionar sobre qué pasó.
En rigor, si lo mataron o si fue una accidente nomás, no importa mucho.
Sí se sabe que Cafrune cantó por última vez ante un público multitudinario en el Festival de Cosquín, delante de las autoridades de ese momento, y que Luciano Benjamín Menéndez en Córdoba mató a miles de jóvenes, y que los conductores de la Junta, según se demostró en un juicio justo y con derecho a que los acusados se defendieran, son genocidas que ordenaron terminar con cientos y miles de vidas, y además esconder sus cuerpos o tirarlos al río.
Si a Cafrune lo mataron, qué mal.
Si no lo mataron y fue un accidente, qué mal también.
Sí se sabe que los militares en Chile mataron a Víctor Jara por cantar nomás. Por pensar distinto y por decirlo. Entonces qué más dá cómo murió Cafrune. Lo cierto es que en el comienzo del 78, qué año en la Argentina, madre mía, una camioneta manejada por un menor alcoholizado se estrelló contra su caballo y contra su cuerpo, y el cantor cerró sus ojos para siempre.
Ahí murió el músico, ahí nació la leyenda.
Con canciones no sólo costumbristas sino también con contenidos fuertes, Jorge Cafrune había hecho su fama, que era mucha, y no sólo en la Argentina sino en buena parte del continente y en España, adonde se había ido a vivir, un poco corrido de acá y otro poco porque ahí tenía un mercado que lo había aceptado.
Obviamente, un cantor que hablara de cuestiones revolucionarias no era bien visto por los militares que dieron el Golpe el 24 de marzo del 76.
La actitud ya había sido desaprobada por los peronistas de derecha que condujeron el gobierno después de la muerte del líder Juan Domingo Perón, en junio del 74.
Se dice que José López Rega, figura fuerte detrás de la presidenta María Estela Martínez viuda de Perón, dijo: “Cafrune es más peligroso con una guitarra que un ejército con armas”.
Y luego obviamente eso, que ya era problemático, empeoró.
Según cuentan con mucho buen dato los periodistas Santiago Giordano y Alejandro Mareco en el libro Había que cantar, que cuenta la historia del festival de Cosquín, Cafrune se presentó dos veces ese año en el encuentro.
La primera fue el sábado de la apertura, en la parte central de la programación, y la segunda fue en la cacharpaya -el after show central, ya en la madrugada- del lunes para el martes.
En alguna de esas ocasiones, según parece, cantó dos canciones que estaban prohibidas o al menos que eran cuestionadas por los censores, El orejano y Zamba de mi esperanza, ésta última sólo porque las autoridades objetaban, por subversivo, un texto que hablara de la esperanza…
Entre la audiencia estaban las autoridades del gobierno cordobés, las de la intervenida comisión municipal de folklore, y el militar Menéndez.
Ya de regreso en Buenos Aires, Cafrune inició una travesía a caballo que lo iba a llevar hasta Yapeyú, Corrientes, porque ese año se celebraría el bicentenario del nacimiento de José de San Martín. Yapeyú había sido su pueblo natal.
El plan registraba 25 paradas luego de 35 kilómetros diarios, hasta completar 750 en total.
Pero no llegó a destino. A pocas horas de salir desde la plaza de Mayo, cuando iba por la ruta 27 a la altura de Benavídez, una camioneta manejada por un jovencito que estaba alcoholizado, lo atropelló.
Por el fuerte impacto, Cafrune sufrió no solo la fractura de varias costillas, sino también traumatismos varios en la cabeza y en el tórax. Por eso fue internado en el Hospital Municipal de Tigre y poco después, cuando lo estaban trasladando al Instituto del Tórax de Vicente López, murió.
Velaron sus restos en la Federación Argentina de Box, en la calle Castro Barros 75, adonde fueron miles de personas a despedirlo. Horas después cremaron sus restos en el Cementerio de la Chacarita.
Trailer documental
Cafrune es muy recordado por haber presentado en el mismo Festival de Cosquín, en 1965, a Mercedes Sosa.
Pero muy pocos señalan que también fue quien introdujo un año después, en el mismo escenario, a José Larralde.