Las raíces de Palo Pandolfo
Al autor de estas líneas, periodista de música popular desde hace muchos años, le aparece una sonrisa cada vez que escucha su nombre. Es que el artista que la semana que viene habría cumplido recién 59 años -pero no llegó: murió súbitamente en julio de 2021- siempre fue un gratísimo interlocutor en las circunstancias que fuese. En el trato personal y en el profesional. En esta nota se rescata un momento de una entrevista de hace unos 30 años, en que el músico habla de dónde estaba el origen de su estética
Querido Palo.
Lo vi pocas veces, muchas menos de las que me habría gustado, sobre todo teniendo en cuenta de que lo conocí hace más de 30 años.
Siempre me quedaron ganas de frecuentarlo más, porque era verdaderamente grato hablar con él, tan simpático.
Algunas veces lo visité en su casa suburbial de Morón, enfrente justo de donde vivía Peteco Carabajal. Y en tren familiar, siempre me recibía con un mate y una sonrisa.
Era desbordado, sí, pero qué agradable.
Le gustaba hablarme de discos que había escuchado y que le gustaban, y de ritmos que le sonaban nuevos y bien, y que le contara de Yupanqui, de Cafrune, de Troilo y de Goyeneche.
Recuerdo mucho esos momentos y aquella fatídica tarde del invierno de hace dos años cuando un amigo de Buenos Aires me llamó para decirme: Murió Palo.
Al rato conocí detalles. Palo se había desplomado en una vereda cerca del Parque Centenario que tanto caminé en mis últimos años en la ciudad, a un par de cuadras del estudio de grabación de León Gieco.
Y qué joven que era. Tenía solo 56 años.
El gusto de charlar de todas las músicas era mutuo, creo.
Recuerdo habernos internado una vez en los misterios de Violeta Parra, y de elogiar el Lou Reed más visceral, y de jugar a ver quién había descubierto más cosas “ocultas” en la obra de Charly García.
Y una vez, hace muuuchos años -se ve en el video que éramos jovencitos- hicimos una entrevista en la que me contó cuáles eran sus raíces musicales.
Fue en un escenario poco glamoroso, la verdad: en un barcito de barrio, delante de una verdulería.
Esta charla, que acabo de encontrar en mi archivo, es de cuando estábamos por llegar a la mitad de los 90.
O sea, de hace más o menos 30 años.
A la distancia, quién sabe cuán lejos o cuán cerca, y donde sea que hoy estés, Palo, va un abrazo.