Luis Eduardo Aute, Serrat o Sabina: ésa es la medida
El autor de estas notas afirma que son tres los cancionistas más importantes que ha dado España y no dos, como alguna gente descuenta. Claro que si se toma en cuenta que el responsable de “La belleza”, “Sin tu latido”, “Al alba”, “De alguna manera”, “Pasaba por aquí”, “Anda”, “Dos o tres segundos de ternura”, “Quiéreme” y “Una de dos”, entre muchas otras enormes canciones, además de escribir y interpretarlas de manera notable, pintaba, dirigía cine, escribía poemas y era un impactante escultor, no hay que dudar mucho sobre quién es el más importante artista español de su notable generación
Por supuesto que Silvio Rodríguez respeta y admira a Joaquín Sabina y a Joan Manuel Serrat. Pero entiende que el más grande de esa notable generación de cancionistas españoles es Luis Eduardo Aute. Es o era, porque ese gran artista, que además era su gran amigo, murió en abril de 2020.
Silvio Rodríguez sabe por qué lo dice, y sabe lo que siente.
Y qué dolor por esa muerte, qué injusta que es la vida.
Silvio -no muchos lo advirtieron- escribió una maravillosa canción para despedir a su amigo Eduardo:
Desde la noche sin fin, baja una estrella hasta el mar. Luz que se quiere dormir en la fresca oscuridad. Quién pudiera conocer todo lo que ve la luz, los universos de ayer, los mañanas del azul. Noche sin fin, sin fin. Sin fin y mar para soñar la estrella. ¿Quién estuviera allí viéndote reposar? Saber tu sueño y cantarlo.
Qué hermosa poesía. Y cuánto sentimiento. Era para él.
En el lomo de un delfín, voy a invitar a bogar a esa luz que va a dormir en la frescura del mar. Porque yo quiero saber todo lo que sabes tú, los universos de ayer, los mañanas del azul. Noche sin fin, sin fin y mar para soñar la estrella. ¿Quién estuviera allí, viéndote reposar? Saber tu sueño y cantarlo. Noche sin fin, sin fin y mar.
Tuve el honor de charlar varias veces con él.
La última, en un sillón del hall del Panamericano de Buenos Aires, me sirvió para darle la noticia de que su amigo Silvio Rodríguez estaba en la ciudad, y no solo eso, sino que se alojaba en el mismo hotel. Y los crucé, claro.
No me quedó testimonio gráfico de ese inigualable encuentro porque ese mismo día renuncié al diario en el que trabajaba, Página/12, y me fui del diario sin que el fotógrafo de esa nota me pudiera regalar ese recuerdo.
Luis Eduardo Aute, que había nacido en realidad en Manila, Filipinas, en setiembre del 43, hablaba español, inglés, catalán, francés, italiano y tagalo.
Se ha dicho que fue un artista del Renacimiento hoy.
Lo es.