Miguel Cantilo y Punch, la luz de un fósforo fue
Cuando se mencionan los pioneros del rock moderno en la Argentina, se suele no incorporar a este grupo de canciones muy “The Police” que permitió el regreso al país, después del exilio político, del gran cantautor. Fue una banda fugaz, porque aquí, donde el tiempo parecía haberse detenido durante la noche, se quería más Pedro y Pablo
Desconcierto. El autor de La marcha de la bronca y conductor del dúo hippie y protestón Pedro y Pablo volvía a la Argentina de unos años de exilio en España con el pelo corto, corbatita, y pegando saltos modernos. Raros peinados nuevos.
Pero qué lindos aires hizo soplar.
Y qué buenas canciones presentó.
Esta, se avisa, es una nota en tributo a Punch, el grupo de rock moderno que planteó, por primera vez acá, que la new wave no era lo mismo que la Nueva Ola del Club del Clan en los 60. Aunque los nombres sumaran confusión.
Punch era un quinteto que se formó en Ibiza, cuando todavía era la Dictadura pero allá, con mucho sol y libertad, no lo parecía. Es que los aires eran otros, pero en rigor eran distintos a los propios: ése era el problema. Eran los argentinos Miguel Cantilo al frente más Isa Portugheis en batería, Morcy Requena en bajo, Quique Gornatti en guitarra, todos sobrevivientes del desbande, y un español de Pamplona, Fernando Huici, en teclados.
Vi a Punch en sus primeros shows, en un boliche de la avenida Las Heras casi Pueyrredón que conducía Beny Izaguirre, poco después de que un primer concierto de Miguel Cantilo, solo con su guitarra, junto a Miguel Abuelo, en el Teatro del Picadero. Aquello, de guitarra acústica y voz, era casi un revival de lo que los dos Miguel habían hecho en Europa. Después, producidos acá por Oscar López, Punch apareció con un primer disco que fue sorprendente: tenía rock de breve duración, reggae, ska, letras supuestamente livianitas y mucha actitud. Una buena canción, que era folk más o menos tradicional, Adonde quiera que voy, los puso en la radio, sobre todo en la influyente Radio del Plata, por gestión del productor y musicalizador Gustavo Noya, que entendió cuál era la importancia de la reaparición de Cantilo.
No los aceptaron de entrada. Hasta les tiraron tomatazos en sus apariciones. Recuerdo qué mal que se los recibió en el festival PrimaRock del 81, que fue una especie de adelanto del BARock del año siguiente, ya con menos censura.
Luego hubo otro disco, En la jungla, que ya mostró a un Cantilo más filoso en los textos. Allí estaban el blues En la jungla, que hablaba en tono de fábula del gobierno militar y de la importancia de que la gente se reuniera en un recital, y el rock La gente del futuro, de letra buenísima, que tiernamente vaticinaba en ese momento que nacerían “los jóvenes del año 2.000”. Y claro, amanecían los 80.
Después, ya en el 82, a Punch lo enterró el deseo popular del retorno de Pedro y Pablo.
Ese impactante regreso terminó con la banda moderna.
Así es la vida, la dinámica suele llevarse puesto los sueños más románticos.