Posible decálogo de cómo se podría hacerla bien
El “triunfo” (se entrecomilla adrede) popular de Los Caligaris y Sol Pereyra en México, sugiere un posible listado de actitudes, gestos y realizaciones de quienes quieren ascender en la escena. Dos baluartes cordobeses, ellos, la están haciendo. Y muy bien.
No son los únicos, claro. Se aclara antes que todo. Ni son los únicos ni la que eligieron es la única forma de trascender. Pero sí demuestran, día a día, que la que optaron es una buena actitud. Los Caligaris tienen un lugar en un mercado tan codiciado por todos como México, cuántos lo querrían, y son conocidos y admirados en buena parte de Latinoamérica. Y desde hace un cuarto de siglo, sin tener que irse de su lugar de origen, y sin traicionar sus sueños primeros, lograron vivir de esto. No es poco, claro.
Se rompen, insisten, trabajan. Trabajan duro.
Sol Pereyra también.
Es necesario tener suerte, sí. También hay que acertar con lo que sugiere el instinto. Y sobre todo hay que creer en lo que uno hace. Después, si se logra ubicar en la mirilla adecuadamente el objetivo, hay que disparar. Y ponerle constancia. Y mucho trabajo. Se asegura que el formidable Thomas Alva Edison dijo que “la genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración” y si eso es cierto, mucho de razón tuvo. Al señor se le encendió bien la lamparita, diría un chiste nada bueno al lado de los que se le podrían ocurrir a los cordobeses ingeniosos.
Es necesario ser humilde para atender los requerimientos del mercado, sí. Las necesidades del momento, también. Sí, sí. Y si todo cuaja dentro de lo potable, hay que darle pa’delante.
Decía Miguel Abuelo, siempre lo recuerdo: Para adelante como el elefante.
Los Caligaris han puesto constancia en lo suyo. Inventaron todo lo que se podía durante la pandemia, después le hicieron un guiño al fútbol, pusieron una mujer en su formación -y qué guitarrista es Marian Pellegrini-, eligieron una chica que no respondía a los clásicos estereotipos de belleza para un clip reciente, suenan bien, hacen un show buenísimo, van por un camino que la gente adora y no duermen en laureles, se pasan el día pensando cuál debe ser su próximo paso. Son una banda como la que sueña de chico en el colegio. No hay líderes, aunque sí los hay y son quienes conducen con naturalidad. Porque todos aportan. ¿Si tienen problemas? Claro que los tienen. Pero los han enfrentado, los enfrentan, los miran a los ojos, los combaten. Bien ésa también.
Sol Pereyra va por la vida con su pumita como Negrazón y Chaveta, peleándola como una lady, levantándose a la hora en que hace falta, cumpliendo con todos los compromisos que le ponen y se pone, haciendo discos, haciendo videos, empujando sus redes en internet, pensando cuál será su próximo paso. También tiene problemas, claro, pero los enfrenta y los combate. No tiene los bíceps como para meter miedo pero sus buenas piñas les da.
No es necesario irse de Córdoba para hacerla, está claro. Eso de buscar el horizonte en otros lados y pasarse la vida extrañando, con añoranzas, lo hacen los santiagueños y así les va muy bien. Desde los 50, cuando el boom del folklore, y hasta hoy.
Ahí están también Clara Cantore, Raly Barrionuevo, Eruca Sativa. Cada cual a su manera. Pero todas y todos trabajando mucho, creyendo, mirando al frente. Con inconstancia o creyendo que en cualquier momento puede venir David Geffen u otro gran gestor de éxitos a golpearles la puerta, no saldrán de la quietud. Tendrán a mano la queja, eso sí, pero ya está visto que no alcanza más que para una charla. O un post.
También están quienes tienen talento pero no están dispuestos a rendirse ante los pedidos del mercado. Y está muy bien. Cada quien puede elegir, y eso es hacerla a su manera. Pero para ellas y para ellos, no vale la queja. Según el genial dicho popular, quien gusta del durazno, debe bancarse la pelusa.
Después no hay mucho más secreto.
También están los que creen que todo se soluciona pidiendo que vayan arriba las palmitas. Pero ésa no es, aunque a los programadores de los festivales les gusta tanto.