Richard Coleman, siempre ahí
El conductor de Fricción y Los Siete Delfines, actualmente solista con un grupo fijo, El Trans-Siberian Express, hizo una buena parte de la mejor historia del rock argentino. No sólo como socio y amigo de Gustavo Cerati, en Soda Stereo y luego en su proyecto personal, sino también como acompañante de Chaly García y hasta de Skay Beilinson. Hoy, el autor de esta nota presenta un registro del músico actuando en la radio pública en transmisión para todo el país, hace más de 35 años, poco después de la recuperación de la Democracia
Richard Coleman está por irse de gira por Europa, por primera vez en su extensa trayectoria. Tocará en Dublin, Londres, Cádiz, Málaga, Mallorca, Valencia, Alicante, Barcelona, Madrid. Y antes de irse de viaje tomé contacto con él, después de muchos años en que no nos vimos. Me habló de su idea de seguir no conectándose con el pasado y con los laureles de la gloria vivida, sino de plantear lo que vive y lo que vendrá. Y nos reímos mucho de que haya pasado tanto desde aquellas primeras noches de modernidad.
Luego de esa charla, apareció el recuerdo de una actuación de Richard con Fricción en Radio Nacional Buenos Aires, cuando ya se había recuperado la Democracia y todavía se vivía la llamada primavera del alfonsinismo. Hablo del año 87.
Fricción era un grupo ligado al suceso de Soda Stereo, por la relación que habían tenido en un primer momento Coleman y Gustavo Cerati, y que aún mantenían. Y que mantendrían hasta el último minuto del conductor de Soda. Por eso, y porque eran un muy buen grupo, los Fricción fueron invitados a participar de un ciclo de conciertos celebrados en el auditorio de Radio Nacional Buenos Aires, que se transmitía en vivo para todo el país. Allí una vez, recuerdo, estuvieron muy cerca de tocar los Redonditos de Ricota con Luca Prodan como vocalista.
Coleman ni se acordaba de ese concierto. Ayer me lo confió.
El concierto de Fricción en cadena nacional fue parte de un ciclo que celebraba de alguna forma la recuperación de la Democracia.
Se hizo desde los estudios de la radio, que estaban en ese momento en una casona de la calle Ayacucho casi Las Heras, y podía asistir el público. Pero el principal “chiste” era la transmisión radial, que se distribuía por todo el país.
Ayer, tarde, le mostré las fotos a Richard. Gracias a la inmediatez del WhatsApp.
-¡Mirá los pelos!, me dijo.
Volvimos a reírnos.