Soda Stereo, el último baile
En esta nota, su autor presenta el audio de un ensayo del trío, preparatorio para su último show -o su última gira- en 1997. Si bien no tuvo contacto directísimo con la banda, la vio debutar, crecer y despedirse. Y aquí lo cuenta
Las preguntas más recurrentes que me hicieron colegas, seguidores del rock, en distintos países de Latinoamérica que visité -México, Colombia, Perú, Chile- con el tiempo suficiente como para juntarnos a hablar e intercambiar experiencias, fueron relacionadas con Gustavo Cerati y con Soda Stereo.
Al principio, fue si hablé con ellos o si los había visto en vivo.
Y cuando lleguba al momento en que contaba que llegué a reunirme con ellos, ya su cara de asombro superaba todo lo imaginable.
Como si hubiera estado con Los Beatles en medio de una gira y en el salón del desayuno, al arrancar el día, Paul me hubiera saludado: -Hola Negro, ¿todo bien?
Estuve con los Soda y los conocí sí; también debo decir que nunca fueron mis amigos. Los vi en muchos shows, entrevisté a Gustavo, hablé algunas veces con Charly hasta de cuestiones no musicales sino de comunicación.
Y puedo dar fe de que la que hicieron, que fue a puro trabajo.
Siempre fueron muy organizados, nunca se desviaron del primer objetivo que tuvieron, cedieron lo que debían hacer a los caprichos del mercado. Y se hicieron tan grandes como para imponer condiciones. Muchas veces lo hicieron.
Se separaron en el 97 porque corrían el riesgo de echar barro sobre la primera idea, y ya se sabe: la pelota no se mancha.
Entonces fueron tan inteligentes que redondearon un buen negocio hasta de las diferencias que tenían entre ellos. Y programaron -e hicieron- una gran gira del adiós.
Confirmando que el proyecto fue talento -mucho- y transpiración, salieron de gira por todo el continente con un buen show y no, nunca, por dios, a que todos, el público y ellos, básicamente, lloraran en soledad un triste adiós.
En uno de los varios ensayos preparatorios de este show que hicieron, grabaron la performance como si fuera para un disco.
Hoy ese registro está viralizado, con distinta calidad, en internet.
Yo tengo un registro similar al que está en internet como del 18 de setiembre del 97. Y aquí está.
Desconozco si el dato de que pertenece a ese día surge de la primorosa idea de que tuvo lugar ¡justo! dos días antes del último show de River.
Pienso, quizá sensatamente, que eso puede haber tenido lugar en otro día. Digamos “en algún momento del 97”, incluso antes de salir de gira.
Tengamos en cuenta que la serie de presentaciones de despedida empezó en agosto en México.
Y qué importa, en verdad: en la edición del último concierto en CD y DVD, se demostró finalmente que no pertenece en su totalidad a lo tocado en el show final -en el Wikipedia del último concierto, alguien sensato lo aclara adecuadamente- sino que es una selección de distintos conciertos.
Entonces sería cierto que se trata de la “última gira” más que del “último concierto”.
Y qué importa claro: eso sólo lo valoran sólo los puntillosos historiadores.
Esto se grabó durante un toque de todo el show que se presentaría en la gira, en el escenario de los ensayos, que se hicieron en la discoteca Dr. Jeckyll de Monroe 2315 del barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Una zona de la ciudad muy soda.
Dr. Jeckyll estaba en Monroe a una cuadra de la avenida Cabildo y a menos de mil metros de Barrancas de Belgrano.
Ya no hay existe.
En el final del siglo pasado funcionó allí otra disco, La Diabla, y después el edificio albergó un supermercado chino y un co-working.
De la grabación participan los tres Soda -se lo escucha a Gustavo serio y lacónico, quizá porque no lo entusiasmaba tocar lo mismo de siempre o porque su relación con sus compañeros no era la mejor-, más todos los músicos que participaron de ese último baile: Richard Coleman en guitarra, Tweety González, Zorrito Von Quintiero y Daniel Saiz en teclados, Alejandro Terán en guitarras, violín y percusiones y Andrea Alvarez en percusión.
En The Last Dance de River, sí, lo recuerdo, Gustavo se despidió con el famoso Gracias Totales.