En 1975 dijo adiós y basta, y se fue de Arco Iris, el grupo de su primer tiempo. Aquel por el que sus integrantes habían sufrido que, más allá de los éxitos y los aplausos, los llamaran “las amas de casa del rock”. Claro, eran tiempos en que las estigmatizaciones y el bullying eran algo común, sobre todo en un medio tan machista. Y todo porque todos los miembros del grupo, además de hacer música y de experimentar una búsqueda espiritual, que incluía meditación, se hacía la cama, lavaba los platos y la ropa, y cocinaba su comida.

El muchacho de El Palomar ya no era un adolescente, tenía 24 años y ya mucha experiencia en el mundo de la música.

A poco de alejarse de su primera banda, participó de un camping musical en Bariloche con jóvenes de otras vertientes, y ahí formó el que sería su nuevo grupo, Soluna.

En esa formación revistaba un ex compañero de Arco Iris, el baterista Horacio Droopy Gianello, y un pianista de 18 años, que encima tenía pinta de sumar menos, Alejandro Lerner.

También eran parte de la banda una parejita, Osqui Amante y Mónica Campins -la chica luego sería, durante años, la novia de Santaolalla- y el bajista Ricky Libman.

Para la grabación del disco que la banda ensayó con mucha prolijidad y severa disciplina, se sumaron el violinista Sergio Polizzi y el percusionista Roberto Valencia, el Negro.

El disco se llamó Energía natural y apareció en 1977, al tiempo que Soluna concretaba una única actuación, muy recordada por los elogios que consiguió, en el teatro Estrellas del centro de Buenos Aires.

Pero en el país ya nada era igual. Pese a que en el momento en que Santaolalla dejó Arco Iris había un ambiente caótico, estábamos en democracia. Pero en marzo del 76 los militares dieron un Golpe, con complicidades y apoyos varios, y vino la noche, y comenzó el éxodo, en muchos casos forzados.

Santaolalla tuvo la convicción de que su mejor futuro estaría en el Primer Mundo, en el Norte de América, y allí marchó en el 78, luego de que la selección ganara el Mundial y una multitud olvidara los pesares y saliera a las calles a vivir lo que se intentaba llamar la fiesta de todos.

Ahí se terminó la experiencia de Soluna. El impulsor del disco, Jorge Alvarez, ya había marchado a España.

Gustavo Santaolalla hoy, y el disco de Soluna, edición en CD, 1994. Fotos: redes
Gustavo Santaolalla hoy, y el disco de Soluna, edición en CD, 1994. Fotos: redes

Se podría decir entonces que el grupo duró muy poco tiempo, del principio del 76 al 77, o a lo sumo al comienzo del 78, y dejó un solo disco, publicado en 1977, con un puñado de buenas canciones que fueron rápidamente olvidadas por la cantidad y la calidad de las que luego aparecerían.

Quiso el destino que en la primera mitad de los años 90, el maestro Jorge Alvarez me convocara para dirigir la colección 10 años de vida que compilaría su obra como hacedor de discos. En la primera caja, incluí el disco de Soluna que tanto había escuchado, en su edición original de vinilo, en mi tiempo de comienzo de los estudios universitarios y de arranque profesional en Olavarría. Así fue como salió Energía natural en CD, con un bonus track, el tema Energía natural, justamente, que no había sido incorporado al long play -aunque le había dado el nombre- y que yo conocía mucho porque lo tenía en el simple que había adelantado al disco grande.

Energia natural -Soluna-

Quiso también el destino que a fines de los 90, compartiera muchas horas con Osqui Amante en el estudio de grabación de León Gieco, al cual estábamos asociados, y allí, un día, Osqui me contó que su tema Espérame encendida, que abría justamente el disco Energía natural, había sufrido un corte por la censura. Donde se escuchaba “vendrán nuestros amigos”, la letra original decía “vendrán los compañeros”. Y ya se sabe, cualquier alusión que sonara “a peronista”, luego del Golpe, debía no aparecer…

SOLUNA - ESPERAME ENCENDIDA

En los Estados Unidos, Santaolalla pugnó por dar a conocer un trabajo suyo de corte folklórico -que está inédito- y con letras en inglés, y ya se sabe qué pasó: armó una banda new wave en Los Angeles, Wet Pic Nic, hizo acá un disco de rock moderno, Santaolalla, y luego se dedicó a la producción: hizo De Ushuaia a La Quiaca, muchos discos en los 90 -Divididos, Café Tacuba, Bersuit- y terminó ganando dos Oscar como músico y realizador de bandas sonoras. 

Lo de Soluna se lo tragó el olvido, el tiempo y la cantidad de novedades que siempre aparecieron.

Mañana puede ser el dia -Soluna-