Tom Lupo y su amigo Luca

Es conveniente decirlo de entrada: el mítico Tom Lupo no fue amigo mío. Pero fue siempre muy respetuoso y amable conmigo.

Quizá por eso en un momento le dije que sí a escribir algo en su revista Banana, un proyecto de vida efímera, sin preguntar antes cuánto cobraría.

Seguramente por eso fue que muy amablemente me cedió, sin dinero de por medio, de onda nomás, su legendaria entrevista televisiva con Sumo para mi programa Música urbana. Es la charla en la que Tom hace la introducción luciendo los anteojos de colores de Luca, que tantas veces luego fuera reproducida, casi siempre sin una adecuada cita de la fuente original. Ay ay, estos tiempos.

Carlos Galanternik se llamaba Tom. Era chaqueño, era un caballero.

Muchos años después de aquello, yo todavía en Buenos Aires, fui convocado por la Televisión Pública para hacer un ciclo que iba a llamar, oh, Disco Pi.

Ahí fue cuando me propuse hacer un documental sobre Luca Prodan, mito del rock, que no fue amigo mío, conviene aclararlo.

Entonces recurrí a Tom. Y me dijo que sí.

Tom ya era una leyenda. Había conducido gloriosos ciclos radiales como Submarino Amarillo y el Tom Lupo Show, se había convertido en un célebre difusor de la buena poesía, era convocado como gran referente de la cultura rock en distintos ámbitos.

En una kombi salimos de Buenos Aires rumbo al cementerio de Avellaneda, donde están los restos de Luca, y en el recorrido grabé lo que hoy es un testimonio histórico del archivo del programa radial cordobés Disco Pi.

Lo que quiero mostrar hoy, aquí, es lo que sigue.

Tom sufrió un tremendo accidente automovilístico en el invierno de 2015, cuando transitaba de madrugada con su Fiat Palio por una avenida de Buenos Aires, para buscar a su hijo Jerónimo.

Estuvo mucho tiempo en coma, y fue en ese momento cuando hice este programa hablando de él. Esperábamos su recuperación, que no se produjo. Finalmente murió en mayo de 2020 a los 74 años.