Yupanqui, esas cartas…
Durante casi medio siglo, hasta que la muerte los separó, don Ata hizo una formidable obra con la correspondencia a su compañera Nenette. El autor de esta nota tuvo el alto honor de leerlas, compilarlas y llevarlas a un libro que hoy es legendario. Esta es la historia
Eran miles y miles. Me las dio el Coya, el único hijo de Yupanqui y Nenette, y las compilé durante unos meses en el mejor lugar que se podía imaginar para ese trabajo: la casa de Agua Escondida, Cerro Colorado, Córdoba, donde vivió la pareja.
Fue en el 99, hace mucho.
Me di cuenta en su momento, y me doy cuenta ahora, que fue la única vez en que el enorme Atahualpa Yupanqui escribió sobre la soledad de los aeropuertos, sobre el aire de París, Tokio y Madrid, sobre lo que veía por televisión.
Ahora encontré algunas fotos que cuentan la historia de ese libro y quiero publicarlas por primera vez.
Tengo un recuerdo del momento en que entregué los originales del libro a Sudamericana, la editorial. Estamos Patricia Narváez, ex compañera de redacciones, coordinadora del proyecto, el Coya y yo, en mi casa de Parque Patricios. Se nos ve sonrientes. Habíamos llegado a destino.
Encontré también algunos testimonios de la presentación del libro, que se hizo en la Feria, en Palermo, para la cual Sudamericana imprimió primorosamente invitaciones. En la mesa de la presentación del libro estamos el Coya y yo, y en los extremos de la mesa, uy, qué lujo, Suma Paz y Víctor Heredia.
Ayer le mostré esa foto a Víctor por WhatsApp. Hablamos cotidianamente.
Se emocionó, se rió y me dijo:
-Uh, cuánta juventud.
Claro, pasó hace mucho tiempo.