Disyuntiva: ¿puede una persona logra una grandísima obra de arte, un valioso aporte a la humanidad y que en ese mismo acto en que la persona contribuye a la belleza del mundo con, por ejemplo, un libro maravilloso, esa misma persona en cuestión pierda su dignidad, su entereza y su condición de ser humano?

Qué difícil. Pero no tanto. Hay quien postula que sí. Y le pone nombre y apellido: Truman Capote. Truman Capote la persona, A sangre fría la obra. Un gran aporte a las letras universales pero que condenaron para siempre al escritor.

¿Por qué esto?
A sangre fría es una de las primeras obras de la literatura de no ficción: una historia que se cuenta como novela pero que fue real (el primer libro del género, a nivel mundial, fue Operación Masacre de Walsh). Capote se enteró del asesinato de una familia de granjeros en Kansas y allá fue: a contar lo que pasó, bien de cerca. A poco de haber llegado al terreno, se dio con la noticia del arresto de los asesinos: Dick Hitchcock y Perry Smith.

Cuando estuvieron presos, Capote, con alma de periodista pero con el anhelo de ser escritor, comenzó a visitarlos en el presidio. De a poco entraron en confianza y al breve tiempo los dos homicidas tenían a Truman como su único y gran amigo. Gracias a esa amistad fueron confesando, en 5 años de hermandad con el escritor, absolutamente todo.

Durante ese lustro de confesiones, la pareja de asesinos fue juzgada y condenada. Todo sirvió para que Capote escribiera lo que escribió en A sangre fría: un relato descarnado, perturbador y maravilloso a la vez. Perturbador porque Capote, sabiendo que el final en la horca era inevitable, igual hizo todo lo posible para estirar la agonía: contrató a los mejores abogados, interpuso todos los recursos posibles y perjuró a sus amigos asesinos que podrían salvarse de la pena de muerte, sabiendo que eso era imposible.

Capote se convirtió en esos 5 años en el único confesor de la pareja. En el momento previo a que una soga les impidiera respirar y les quebrara el cuello, Truman abrazó fuertemente a los dos. Cuando estuvieron colgados, el escritor concluyó su gran obra maestra, su irrepetible aporte a la literatura mundial.

Foto: Getty.

También, tras la publicación y el éxito y el reconocimiento y los millones ganados, a Capote lo acompañaron el alcohol, los conflictos personales, los consumos problemáticos, el alejamiento de toda sensibilidad y la autodestrucción como única salida.

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Otro escritor de trascendencia mundial, Emanuel Carrere, elaboró la teoría con la que iniciamos esta historia: con A Sangre Fría, Capote dio todo de sí para la literatura universal. Las pruebas son contundentes: un nuevo género literario, una nuevo formato periodístico, la eternidad de su nombre. Pero en ese mismo acto, que incluyó el ocultamiento de la verdad y el engaño como estrategia definitiva, se condenó, para la posteridad, como ser humano.