Yo sí te creo: la lucha de las madres protectoras en busca de justicia
Seis madres y sobrevivientes que luchan contra la violencia sexual leerán un documento conjunto en pedido de justicia por las víctimas. Será este viernes en el primer encuentro en Córdoba de la Mesa Nacional Contra el Abuso Sexual a Infancias y Adolescencias.
El Museo de Antropología será la sede del quinto encuentro de la Mesa Nacional contra el Abuso Sexual a Infancias y Adolescencias. El próximo viernes 21 de abril comenzará la jornada de un equipo de trabajo que pretende combatir y prevenir el abuso sexual en las infancias.
Como parte de las actividades planificadas, seis madres y activistas sobrevivientes renovarán su pedido de justicia para las víctimas mediante la lectura de un documento conjunto. Ellas son: Gilda Morales, Flavia Saganías, Delfina Silva Zarranz, Yama Corín, Darcy y Vicky Acebedo.
VER: La Mesa Nacional Contra el Abuso Sexual a Infancias y Adolescencias, en Córdoba
Gilda Morales
Gilda es mamá de tres niños, y en 2014 denunció a uno de los progenitores de ellos luego de percibir signos de abuso sexual en su hijo. La Justicia de Córdoba no investigó los hechos denunciados por ella, y por el contrario, atendió a una contradenuncia del progenitor que acusó a Gilda de haber secuestrado al niño.
Por esa denuncia, la jueza Silvia Morcillo determinó que el niño pase bajo custodia de su progenitor. Irrumpieron en su casa con efectivos policiales para retirarlo de su vivienda. Gilda asegura que se vulneraron todos los derechos de su hijo en ese momento.
Acusada de “sustracción de menores”, fue detenida por dos meses hasta que médicos del Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba determinaron que estaba sana en sus facultades mentales y sus reiteradas presentaciones de oficio lograron que pudiera salir en libertad.
Aún espera volver a reunirse con su hijo.
Flavia Saganías
Flavia fue condenada a 23 años de prisión, acusada de haber planificado un ataque contra su ex pareja, a quién había denunciado por abusar sexualmente de su hija de 7 años en 2017. Tras múltiples reclamos a la justicia por la desproporción de la condena por un delito no cometido, la Corte Suprema de la Nación aceptó revisar su caso.
Es madre de cinco niños, y cuando denunció a su ex pareja Gabriel Fernández por abuso sexual contra su hija, la Justicia no investigó la causa. Con miedo, compartió la situación que atravesaba en Facebook y semanas más tarde, familiares de ella lo atacaron sin su conocimiento. Fue por este motivo que él la denunció como autora intelectual del ataque y enfrentó una condena de más de dos décadas, sin pruebas acusatorias.
Siete meses estuvo detenida en la cárcel de Bower, hasta que pudo acceder a prisión domiciliaria y pudo reencontrarse con sus hijos en Capilla del Monte. Al decidir su detención, la Justicia omitió que sus hijos estaban amparados por la ley que prevé prisión en domicilio a las madres de menores.
Su caso llegó a la Corte Suprema de la Nación, que podría revisar su condena y darle Justicia.
Delfina Silva Zarranz, mamá de arcoíris
Delfina es mamá de 'Arcoíris' de tan sólo seis años. Denunció al abuelo paterno de su hija por abuso sexual y la Justicia riojana obliga a que su hija se revincule con el abusador.
En 2018, notó cambios en el comportamiento de su hija y por sospechas de acciones violentas en la casa de progenitor decidió comenzar las consultas con una psicóloga. Fue la profesional quien determinó que la niña presentaba signos de abuso. Así comenzó un camino judicial
Ambas están exiliadas de su provincia y residen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Temen que la Justicia determine el traslado de la niña a La Rioja, para que regrese con su papá, quien presentó denuncias para volver a verla.
En febrero de este año, la Justicia decidió realizar un allanamiento en la casa de ambas para llevarse a la niña a la fuerza. Finalmente, tras la presencia de un grupo del colectivo Ni Una Menos y otras agrupaciones en el lugar se impidió el traslado hacia La Rioja.
Durante estos años, estuvo dos veces separada de su hija. Su lucha como madre protectora continúa en búsqueda de justicia.
Yama Corín
Yama denunció a su ex pareja cuando su hija tenía 9 de años, hoy ella tiene 20. Desde ese entonces, a más de una década, sostiene la denuncia contra el progenitor de su hija y el juicio está previsto para agosto de este año.
También notó, en ese entonces, un comportamiento inusual por parte de su hija y consultó con una psicóloga que advirtió signos de abuso sexual. Inmediatamente decidió cortar el vínculo con el progenitor. Y allí comenzó su travesía judicial por un camino que pone trabas y enlentece cualquier pedido de justicia.
Según la Fundación Red por la Infancia de cada 1000 casos de abuso sexual, solo 100 se denuncian y apenas 1 recibe una condena. A meses del juicio, Yama y su hija aún esperan por justicia.
Vicky Acebedo
Victoria y su hermana Paula habían sido abusadas cuando eran niñas por la entonces pareja de su madre. Recién pudieron denunciar a su agresor en 2015, casi 25 años después de haber sido abusadas.
Relatan que durante años de su adolescencia y juventud no fueron conscientes de que eran sobrevivientes de abuso sexual, y que habían sido víctimas de este abusador. Buscaron a su agresor en redes y fueron conscientes de que podría repetir lo hecho a ambas contra otros niños y niñas. Ellas también son madres. Y fue ese motivo el que las impulsó a denunciarlo.
La Justicia no les dio respuesta, el delito ya había prescripto. Apelaron nuevamente, aunque el juez de la causa la consideró prescrita. Las hermanas fueron a la Cámara de Apelaciones, que también consideró que "ya era tarde". Tras otra apelación, están esperando la respuesta de la Cámara de Casación. De ser igual al resto, les queda la Corte Suprema de Justicia o la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Durante este proceso conocieron que su madre y su abuela también habían sido abusadas. Ahora el pedido de justicia no es sólo por ellas, sino por todas las niñas de su familia que no pudieron hablar a tiempo, o que no fueron creídas a tiempo.
Todas ellas son ejemplo de lucha y constancia en un pedido de justicia que parece no tener fin. Madre protectoras, sobrevivientes y un lema que las une: Yo sí te creo.