"Vaselina" una historia coral de Graciela Scarlatto
Situada en una localidad de Mendoza con un relato vertiginoso es una reciente publicación de Editorial Simurg
"Vaselina" es la novela reciente de Graciela Scarlatto.
Una historia que resulta un desafío para el lector que llegue a conocer la vida de estos protagonistas: una adolescente, un creativo publicitario y un indio traficante.
Una aproximación al argumento
En el siglo XIX existía en Mendoza una posta para pasar la noche que se llamaba La Dormida del Negro. Con el tiempo se transformó en una localidad del departamento de Santa Rosa.
En Vaselina, La Dormida es un pueblo del desierto pero también es el emblema de un puñado de vidas atravesadas por el azar y la violencia. Es en sí misma un personaje. Este pueblo es la Nada como atracción o tentación y la necesidad de encontrar un sentido –por un lado– sin que eso conlleve sufrimiento o consecuencias –por el otro–. Ese creo que es el motor que, como una paradoja, hace correr el texto hacia adelante.
Los personajes se encuentran en la Asociación de Box de ese pueblo por casualidad y el desierto trama la serie de episodios que los va a reunir en una persecución. Marina es una adolescente que ha sobrevido a un pacto suicida. Gómez es un creativo publicitario que no sabe si ha matado o no a una chica en la bailanta y Sinchicay es un indio traficante de la frontera. A todos los une la misma búsqueda de sentido.
La idea de la novela surgió a partir de la noticia de dos adolescentes que hacen un pacto suicida en La Dormida. Tratando de entender ese hecho y ficcionalizando a los personajes apareció la voz de Marina. Después esa historia se vuelve secundaria en la novela y aparecen otras voces, la de Gómez, la de Sinchicay. Yo traté de que cada una de ellas tuviera su respiración, su música, su ritmo. La voz de Sinchicay fue muy interesante de explorar, de "escuchar" porque es un indio de la frontera educado en un seminario. Es una voz íbrida que tiene, por un lado, la fuerza –pero también la parquedad– de la tierra, del desierto y, por otro lado, todo lo que él aprende en el seminario: básicamente la lógica binaria que caracteriza nuestra forma occidental de estar en el mundo. Ese era el proyecto. Me ayudó muchísimo la instancia del taller, con Mariano Ducrós y mis compañeros. La lectura en voz alta y la devolución de personas sensibles e inteligentes. Esa experiencia para mí fue imprescindible.
Bueno, decía entonces que me "encontré" con la voz de estos personajes, porque las fui escuchando y persiguiendo en su respiración. Experimenté con las entonaciones y las cosmovisiones. Quería que cada voz tuviera una música, que sonara completamente diferente a la otra. Fue una especie de juego con las intensidades. No me lo propuese así. La novela fue creciendo en el taller a partir de capítulos muy cortos donde cada personaje va contando a su modo la historia.
Vaselina tiene dos partes, la primera cuenta la llegada de Gómez al pueblo y la amistad con Sinchicay. Tiene el ritmo de la memoria, una cierta morosidad de los recuerdos. La segunda parte, en cambio, es más vertiginosa porque es puro present y los personajes son seguidos minuto a minuto en sus peripecias. Para hacerlo tuve que recurrir al fragmento y al montaje. En cierta forma cada capítulo (que corresponde a la voz de alguno de los personajes) es un pico de intensidad en un contínuo temporal que se presupone de fondo. El lector tiene que reponer los fragmentos que faltan. En ese sentido, Vaselina no es nada condescendiente.
Finalmente, me preguntan a veces por qué la novela se llama Vaselina y por qué la tapa está ilustrada por un grupo de hormiguitas.
Los boxeadores, antes de salir al ring se untan de vaselina para que los golpes resbalen. Y es lo que de alguna manera pretenden estos personajes: esquivar los golpes de la vida. Sus consecuencias.
Hay un pequeño bestiario en la novela que pasa por los bichos del desierto. Hay caranchos, lagartijas, cascarudos, piojos, hormigas. Me fascina, en un ambiente tan hostil como el desierto, cómo animales persisten en su existencia. Las hormigas tienen un propósito, están como "encadenadas" a llevar comida a sus larvas ya sustentar el hormiguero. Nosotros no. Podemos darnos el lujo (o experimentar el infierno) de llevar una vida sin sentido.
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Sobre la autora
Graciela Scarlatto dice sobre sí misma: "Paria, yo: Mujer. Argentina. Latinoamericana. Nacida en la provincia y no en la capital, donde atiende dios según dicen (pero yo soy atea). Podría ser judía o negra, pero esto sí que es malo: no tengo fortuna, ni título universitario –aunque estudié filosofía– ni empleo. La buena noticia es que hice talleres maravillosos con Laiseca, Irene Gruss y Mariano Ducrós donde me encontré con personas inteligentes y sensibles que me ayudaron a "escuchar" eso que con el tiempo se convirtió en "Vaselina". Es un texto que trabajé por casi diez años y que tuvo diferentes formas, aunque en escencia los personajes siempre fueron los mismos. He publicado libros de poesía en España y en Buenos Aires. Ediciones del Dock publicó mi último libro de poesía. “Vaselina” fue publicado recientemente por Ediciones Simurg".