Borgen, cuarta temporada: reino, poder y gloria
La nueva temporada de la gran serie danesa da el salto a las relaciones internacionales a partir de un conflicto con Groenlandia. Los dilemas están sobre la mesa: ecologismo o beneficio económico, liberales o progresistas, principios o poder.
Pasaron doce años del estreno de “Borgen”, sin embargo, la serie política del multipartidismo y los gobiernos de coalición, tuvo su repunte de popularidad no hace tanto tiempo gracias a Netflix que la internacionalizó.
En aquel primer episodio de la primera temporada, la líder del partido Moderado, Birgitte Nyborg (la hipnótica Sidse Babett Knudsen), accedía al puesto de Primera Ministra de Dinamarca a pesar de que su partido había sido la tercera opción en las urnas.
Desde que “The west wing” emitiera su último episodio en mayo de 2006, lxs amantes de las trastiendas políticas estaban huérfanxs. Hubo opciones: “House of cards” (disminuida, luego cancelada, y ahora olvidada), la extraña “Scandal”, la francesa “Baron Noir” y la maravillosa “Veep”. Pero sólo con “Borgen”, como ocurrió con “The west wing”, tenemos la sensación de que hay un aire de verdad. La tomamos en serio.
La tercera temporada se estrenó en el 2013, y tuvimos que esperar nueve años para encontrarnos con esta cuarta (¿y última?) temporada, es que el modelo de televisión danés es público, no alarga una serie por el éxito, sino por cuestiones culturales y éticas. Hasta la actriz principal dudó de la idea de continuar la saga tantos años después.
En esta cuarta temporada todo huele más a podrido en Dinamarca, es que en nueve años la sociedad, los medios y la política también cambiaron.
La serie creada por Adam Price (Ragnarök y Algo en qué creer) marcó un doble hito en su estreno. Se confirmaba el éxito del modelo de ficción original de la televisión pública danesa con una extraordinaria serie política del siglo XXI. Ningún otro título había sido capaz de combinar la tensión adictiva de las “roscas” del poder político y mediático, con un retrato tan realista de la gestión de un gobierno y de los pasillos de los medios de prensa.
Doce años después, Birgitte Nyborg cambió. Nyborg, que actúa en esta cuarta temporada como Ministra de Relaciones Exteriores por otro gobierno de coalición, se volvió más dura y cínica. A lo largo de los ocho episodios, la mujer aparece vestida de negro riguroso. Su estilo plasma su giro hacia el lado oscuro del ejercicio del poder. Pero también manifiesta una idea de luto. Nyborg asume la muerte de su antiguo yo idealista y parece dar por enterrada su vida familiar, todo para entregarse en cuerpo y alma a la política. La cuarta temporada de “Borgen” nos sitúa en una nueva etapa en el ciclo de las mujeres "empoderadas". En Dinamarca ya dan por normalizado el acceso de las mujeres a los cargos ejecutivos, de forma que ahora toca plasmar cómo ellas también se equivocan y se desgastan cuando mandan. La serie aporta también un matiz feminista a todo ello: visibiliza cómo la transición a la menopausia (la perimenopausa -desde los sofocos hasta la capacidad para perder los nervios con más rapidez-), afecta la vida cotidiana y laboral de las mujeres de mediana edad.
La protagonista, despojada de todas las cargas, divorciada, con los hijos independizados y centrada en su carrera, dice en el primer capítulo: «Nunca fui más feliz en mi vida». Esa frase es el punto de inflexión que separa todo lo visto antes con la actual temporada, que lleva por subtítulo: 'Reino, poder y gloria'.
De fondo tenemos el descubrimiento de un yacimiento petrolífero en Groenlandia. Groenlandia forma parte oficial de Dinamarca aunque con el paso de los años fue ganando en autonomía. Tiene capacidad legislativa, jefe de Gobierno y control sobre sus recursos naturales. Precisamente, ahí está uno de los conflictos que plantea esta temporada: ¿Quién decide sobre la perforación y su probable beneficio? Conviene recordar que uno de los lemas fundacionales de los Nuevos Demócratas, y que les valió 13 diputados en el final de la tercera temporada, es el ecologismo. Sólo en los tres episodios primeros episodios ya se plantea un conflicto de intereses, el choque entre gobiernos, una trama rusa (guiño a los acontecimientos de conocimiento mundial), otra trama china, y a una ministra de Relaciones Exteriores presionada retractándose rápidamente de sus declaraciones públicas al oponerse a la explotación petrolífera.
Mientras que en anteriores temporadas se seguían los entretelones en el Gobierno, las negociaciones entre partidos, las idas y venidas, ahora dan paso a un conflicto internacional no menor. Sólo un tema, en vez de muchos, lleno de dicotomías: ecologismo o beneficio económico; liberales o progresistas; principios o poder. “Borgen” se volvió aún más seria y reflexiva.
Del resto del elenco, siguen viejos conocidos. Torben Friis (Soren Malling) y Michael Laugesen (Peter Mygind) en las disputas periodísticas. Del entorno familiar de Birgitte se abre una nueva trama con el hijo (ahora) veinteañero Marcus (Lucas Lynggard Tønnesen), que está detrás del robo a un camión para liberar un grupo de cerdos que iban a ser sacrificados. Su ex jefa de prensa, Katrine Fønsmark (Birgitte Hjørt Sorensen), se ha convertido en responsable de informativos de la televisión pública, con un papel clave en la trama y narrando a otra mujer en un alto cargo. Extrañamos mucho a Kasper Juul (Pilou Asbaek, conocido mundialmente por su Euron Greyjoy de Game of Thrones) y a Hanne Holm (Benedikte Hansen) quienes decidieron no participar de esta temporada. Por otro lado, Asger (Mikkel Boe Følsgaard) es un nuevo personaje que suma condimentos, toma el papel de embajador Ártico y la tarea de espejarle a Birgitte el paso del tiempo, en un juego constante de fascinación profesional y personal. Es probable que resulte una cara conocida, ya que el actor participó en las series “The Rain” y “El caso Hartung”.
A través de la serie, Dinamarca aprovecha para presentarse con orgullo como un país estratégicamente clave en el mantenimiento del equilibrio de poder entre las tres grandes potencias mundiales: China, Estados Unidos y Rusia; a la vez que parece defender una estrategia de tolerancia relativa con los independentistas groenlandeses. La serie reivindica el amor como el mejor vehículo para conocer un territorio más allá de los estereotipos. Y nos deja con las ganas de permanecer más tiempo en Groenlandia.
Si en algo no cambió “Borgen” es en tratar con inteligencia al espectador. Haciéndonos preguntas sin decirnos cuales tienen que ser necesariamente las respuestas correctas. Si bien la serie ha sido criticada por idealista (y optimista en exceso) sobre el universo político, “Borgen” termina siendo un homenaje a la democracia. No juzga, no moraliza, nos muestra las contradicciones del poder, y entiende la complejidad de cualquier pregunta y la fragilidad de toda respuesta. Las cuatro temporadas de están disponibles en Netflix.