Irma Vep: la perfecta serie cinéfila del 2022
El director francés Olivier Assayas rinde homenaje a su propia película de 1996, así como al clásico del cine mudo de Louis Feuillade Les Vampires, en esta fascinante serie de 8 episodios hecha para HBO MAX.
En el año 1915 el director francés Louis Feuillade estrena un serial mudo denominado Les Vampires de 417 minutos de duración dividido en 10 partes, que si bien en su momento no obtuvo un gran éxito y fue criticada duramente por su carácter vanguardista y “falto de moral”, con el tiempo la cinefilia la terminó considerando una obra maestra. Les Vampires estaba protagonizado por Musidora que interpretaba a Irma Vep (anagrama de Vampire). Musidora fue probablemente la primera gran estrella femenina del cine europeo.
Olivier Assayas fue uno de los críticos de cine más grandes de la década del 80 y principios de los 90’s. Sus notas en Carhiers du Cinema son verdaderas joyas. En 1996, ya era considerado un “enfant terrible” del cine francés, pero pega un gran salto al dirigir la hipnótica Irma Vep, en donde un director francés, René Vidal (interpretado por, me pongo de pie, Jean-Pierre Léaud), en un intento por reavivar su carrera, decide hacer su propia versión de Les Vampires de Louis Feuillade. Pero la verdadera estrella de la película era la actriz, me pongo de pie, Maggie Cheung (protagonista de una de las películas más extraordinarias del siglo XXI: In The Mood For Love de Wong Kar-Wai). Maggie era por entonces una actriz surgida de Hong Kong que decidió interpretarse a sí misma en una ficción metalingüística llena de guiños a la herencia de Musidora. Olivier Assayas y Maggie Cheung se enamoraron y se casaron en 1998, pero en el 2001 se divorciaron. En el año 2013 Maggie Cheung decidió retirarse de la actuación. Todo esto será fuente de creación, ya que más de 25 años después, Assayas vuelve a insistir con una miniserie inspirada en su película Irma Vep, que a su vez estaba inspirada en las imágenes sagradas de Feuillade. Este juego de espejos entre pasado/presente y realidad/ficción benefician enormemente a una narración que vuelve a inspeccionar, cual forense, el estado de putrefacción de una industria audiovisual consumida por el reciclaje de ideas, paralizada por la cultura superheróica, poblada por gente mezquina y/o con serios problemas psico-afectivos, incapaz de abandonar su zona de confort, dominada por valores hegemónicos contrarios a toda noción de creatividad y, sobre todo, que ha dejado de tener claras las fronteras entre cine y televisión. Aunque este último punto supone, en realidad, un regreso a los orígenes, a esos seriales folletinescos que preconizaron las bases del entretenimiento en streaming hace más de un siglo. Una vez más, Irma Vep vive, ahora en la piel de Alicia Vikander (gran elección de esta actriz sueca en plena carrera ascendente y de hipnótica belleza), pero vive y respira como una Musidora que, en realidad, nunca dejó de rondar nuestros sueños de post-cine.
Irma Vep, la serie, cuenta la historia de una actriz que entra a formar parte del elenco de la nueva remake de Rene Vidal. Una especie de ciclo interminable que sorprende por su eficacia, sutileza y elegancia.
La serie tiene la vitalidad exuberante y contenida de la película de 1996, pero no es un homenaje. En realidad, es un recorrido inconcluso y brillante acerca de los códigos de los legados cinematográficos y las obsesiones autorales. Pero en lugar de decantarse por la exageración en estado puro, Assayas escoge la metanarrativa para profundizar en el tema. El resultado es un espejo en que Assayas, y todos los personajes de su puesta en escena, dialogan consigo mismos.
Irma Vep lleva la metanarrativa a un nivel desconocido y mucho más curioso. Una historia dentro de una historia dentro de otra historia (algo que alguna vez apreciamos en la película Synecdoche New York de Kaufman), es también una narración experimental elegante y bien estructurada, es un espejo del mundo cinematográfico actual.
En Matrix Resurrections, Lana Wachowski falló al crear un diálogo entre su obra y la percepción que se tiene sobre ella. Assayas triunfa al restar importancia al poder emblemático probable de su película y se concentra en un cierto aire revisionista. Assayas se burla de sí mismo, hace trucos y piruetas argumentales. Organiza la concepción del bien y del mal, la calidad, la trascendencia y el cine en una única mirada levemente borrosa. Irma Vep tiene algo de diálogo misterioso con el centro de la mitología del cine que se sostiene en su peso. ¿Cómo versionar un clásico? La serie The Offer se hace la misma pregunta, pero con respecto a El Padrino. Y enfoca sus esfuerzos en explicar la influencia e importancia de la película violenta más autoral de la historia del cine. Pero Assayas no lo hace tan sencillo. En realidad, analiza y profundiza en algo más elaborado, enigmático y oscuro. ¿Qué es Irma Vep? ¿Una producción? ¿Un experimento? ¿Qué es la serie que se hace preguntas sobre ella en clave de curiosidad de la cultura pop?
En realidad, Assayas decide que la mejor herramienta para contar esta historia, es la sátira. Una refinada, divertida y por momentos tenebrosa. En realidad, Irma Vep pareciera correr un riesgo experimental supremo entre la obra de Louis Feuillade a un siglo de distancia y la película de Assayas convertida en una obra menor de culto. La serie es un pasadizo entre ambas. Es a la vez, una evaluación sobre cómo evoluciona el contar historias, antes de profundizar acerca de cómo se hace en la actualidad.
En el centro de todo, se encuentra Mira (Alicia Vikander), que se desliza entre una refinada elocuencia y una frialdad pétrea. Mira interpreta al star system. La actriz interpreta a una actriz (que a su vez interpretará a otra actriz) que acaba de tener un éxito en el género de superhéroes. Y ahora desea actuar en algo más serio (o suficientemente autoral e independiente) para capitalizar su hazaña.
Irma Vep se sostiene sobre la cualidad onírica de formar parte de una reinvención de una obra fundacional del cine. Y es entonces, cuando Assayas juega sus mejores cartas. Las más complicadas y enigmáticas. Irma Vep se hace preguntas sobre la textura de la realidad cinematográfica. Eso la hace brillante, inteligente y en lo formal, impecable. También, un recorrido esencial acerca de por qué el cine es una expresión del mundo.
El cambio más grande y, a fin de cuentas, el más gratificante que ofrece Assayas es ampliar el papel del director René Vidal, sustituyendo al fracasado de la Nouvelle Vague, interpretado por Léaud, por un neurótico entrañable (fantástico Vincent Macaigne), que insiste en que está haciendo un largometraje épico de ocho horas, y no una simple serie de televisión. La principal fuente de conflicto es el intento de Vidal de terminar este gigante proyecto a toda costa, mientras los turbios productores ejecutivos, su cambiante salud mental y los actores confundidos por la falta de psicología de los personajes heredada del original conspiran contra él.
La concepción del personaje de Vikander está profundamente influenciada por el trabajo de Assayas con Kristen Stewart (que aparece en el último episodio), ofreciendo una mirada inusualmente profunda a la vida laboral de una actriz famosa, sin preocuparse por el cinismo de otras sátiras sobre el mundo del espectáculo. Los otros personajes del set, como el frío director de fotografía interpretado por Antoine Reinartz o el actor libertino de Lars Eidinger (con una actuación de otro planeta del intérprete alemán), están basados cariñosamente en Rainer Werner Fassbinder y la sádica dinámica de poder de sus obras. Pero Assayas dirige la mayor parte de su ira hacia las crueles fuerzas del capital que impiden la creación del arte y que se ciernen sobre las relaciones humanas distorsionadas, aunque también encuentra cierta belleza en ello.
Lo conseguido en 'Irma Vep', en efecto, es un pequeño milagro, es sensual, lenta y profunda; diferente a todas las series que pueblan las pantallas de nuestros días, que necesita de un paladar fino para poder ser saboreada. Algo parecido a lo que nos pasa cuando vemos joyas como Better Call Saul. Ampliamente recomendable, pero, cuidado, no es una serie de consumo rápido y olvido fácil.