Pachamama y capitalismo
Puede que hayan mil y una razones para que diga que Agosto es el mes de los vientos y de los locos.
Y para seguir con los lugares comunes, para muestra basta un botón.
Demostrando una vez más que Cortázar estaba equivocado cuando decía que “las poefemérides son la burocracia del tiempo”, entre su primer y tercer día se encierra (nunca mejor usado el término: aprisiona) toda una historia que llega hasta nuestros días.
Este sábado primero es el “Día de la Pacha-Mama”, celebración popular que en América Latina se realiza para agradecer, pedir y bendecir los frutos que nos ofrenda la Madre Tierra.
Y el 3 de agosto el almirante Cristóbal Colón zarpa con las tres carabelas del puerto de Palos en Andalucía, España, con el propósito de llegar al Asia navegando en dirección al Oeste, fundándose en que la tierra era redonda. Pocos meses después, sin saberlo, Cristóbal Colón se toparía con un nuevo continente, América.
El 12 de Octubre del ´42, “América descubrió el capitalismo”, escribió Eduardo Galeano.
Y escribió más:
“Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el Almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor.
Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.
Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.
Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible.
América, ciega de racismo, no las ve.