Masterpiece fue el término que usó Pitchfork, la revista online de crítica musical. Breathtaking: para The Guardian fue por lo menos asombrosa la aparición de Promises. El más elocuente quizá sea Vulture: hecho "con la materia de los sueños". Onírico, Promises tensiona quietud y pesadilla a lo largo de los nueve movimientos que conforman la sinfonía. 

Una orquesta sinfónica, un productor/músico del campo de la electrónica y un saxofonista del free jazz o, lo que suele llamarse con ligereza, el jazz espiritual. A priori, se podría prejuzgar que la mezcla de estos universos derivará en un resultado forzado, cuando no incompatible. Todo lo contrario; Promises utiliza lo mejor de cada textura y todo está ejecutado en función de la armonía y la progresión de una obra de escala humana. El primer movimiento marca el pulso de una pasión que oscilará a lo largo del disco:

Movement 1

Un leitmotiv simple sugerido por lo que parece un arpa (o la simulación electrónica de un arpa). En la respiración del saxo, en la progresión melódica que se recorta sobre el lento leitmotiv, en el increscendo emocional que la sumatoria instrumental genera, parecen sintetizarse estados (angustia y éxtasis) de lo que hemos vivido durante la última pandemia. El trabajo colaborativo llevó cinco años y los arreglos de la Sinfónica de Londres se ultimaron en época de confinamiento riguroso. 

Pharoah Sanders durante un concierto en el North Sea Jazz Festival en 2018 en Rotterdam. En su última época Coltrane tuvo que esforzarse para alcanzar la intensidad de su discípulo. Foto de Peter Van Breukelen para Redferns.

Sobre este leitmotiv -enigmático, que uno podría decir de raíz hindú- se imprime el monólogo del saxo, que llega a la neurosis y la exaltación en el sexto movimiento, acompañado por la potencia de la Orquesta Sinfónica de Londres. La promesa está hecha: el bálsamo, la quietud natural que sucede a todo clímax puede durar muy poco. 

Más de cuarenta años de diferencia entre Sanders y Shepherd. La colaboración entre ambos recibió elogios por parte del mercado y la crítica. En el fondo y la superficie del disco está viva la curiosidad natural de todo músico: Promises es una joya delicada. Foto Luaka Bop.

El saxo tenor de Sanders es el pulso, la respiración, las líneas de diálogo y la fibra del álbum. Sanders, quien empezó a perfilar profesionalmente en el mundo del jazz bajo la pesada ala de John Coltrane, reaparece en escena en esta colaboración con el inglés Floating Points, un productor en la primera línea del mercado de música electrónica.

Sanders escuchó, cuando todavía no se conocían personalmente, algo de Elaenia, el disco debut de Floating Points. Quedó prendado; escuchó ahí talento, una mente musical.

Con ocho décadas encima, Pharoah ha vuelto a grabar y publicar. Floating Points le propuso un sonido y una idea moderna en torno a la producción sonora. Ambicioso desde la calidad del sonido, el disco fue un éxito editorial dentro del circuito limitado de la música no-comercial. Un éxito modesto en tiempos donde escuchar un disco sin interrupciones se ha vuelto un atavismo.

Pharoah Sanders y John Coltrane, dos saxos tenor unidos por lo que el mercado ha etiquetado como "jazz espiritual".

Promises vibra en torno al jazz, el ambient, la electrónica y la sinfónica. Time, Paste, The Guardian, New York Times, Vinyl Factory, Uncut, New Yorker y Wire lo colocaron entre los tres mejores albums de 2021. Muchos de esos medios le dieron el puesto 1. 

Los arreglos y la ejecución de la London Symphony Orchestra da el vuelo que la respiración del saxo tenor exige en la sucesión de los movimientos. Foto Luaka Bop.

Pharoah surfeó con versatilidad y estilo propio la escena del free jazz más extremo. De la mano de Coltrane, naturalmente, exploró hibridaciones de jazz con músicas étnicas, funk y algo de misticismo y sonoridad hindú. 

El disco fue grabado en Los Ángeles, luego de largas temporadas creativas entre Sanders y Shepherd. La London Symphony Orchestra sumó su potencia cuando el mundo estaba confinado en el período de mayor incertidumbre producto del coronavirus. Foto Luaka Bop.

Lentamente. Así suceden las cosas en Promises. El disco exige, como toda sinfonía, una escucha contínua: los 46 minutos que duran sus movimientos -9 en total, llegando a un clímax omnipotente en el sexto- no permiten ser incluídos en ninguna playlist, mucho menos interrumpir el desarrollo en cualquiera de ellos.

Luaka Bop, el sello de David Byrne, cultivó un prestigio dorado: ha devuelto a la primera plana a artistas olvidados como Tom Zé, William Onyeabor y Tim Maia. En el caso de Promises se trata de una obra original, muy celebrada en el circuito de la música y la crítica.

Los nueve movimientos de Promises tuvieron como disparador una idea compositiva de Sam Shepherd (el nombre legal de Floating Points) pero esta idea no hubiera alcanzado la magnitud que tiene si no fuera por la participación del saxo tenor y los arreglos de la Orquesta de Londres. Es un disco para escuchar a buen volumen, en silencio, como si uno estuviera en el teatro.

El disco completo en Spotify:

Promises

Aquí, el disco completo en YouTube.

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