Rocco: Macho Alfa XXXL
Rocco, el documental del dúo de directores franceses Thierry Demaiziere y Alban Teurlai, que podemos ver en la plataforma de Netflix, nos muestra a la leyenda porno masculina detrás de cámaras y en el momento de su vida en que decide retirarse del cine triple x.
Rocco Siffredi, el “semental italiano”, ha integrado durante años todos los top ten de los actores porno más famosos del mundo.
Este gladiador de casi un metro noventa de altura, ha hecho una carrera de más de 30 años en el cine pornográfico, basando su éxito no solo en el colosal tamaño de su miembro viril sino también en el contundente estilo “sexo duro” de sus films.
La fría estadística dice que filmó unas 1700 películas como actor y director, lo que implica haberse cruzado en escena con más de 5000 mujeres.
El documental comienza con un primer plano del “arma” en reposo de este guerrero mientras toma un baño, agotado, al final no solo de una jornada de trabajo sino de una extenuante carrera.
Nuestro moderno Ulises quiere dejarlo todo y quedarse en los brazos de su Penélope, en realidad su esposa Rosa Caracciolo, ex actriz porno y madre de sus hijos Lorenzo y Leonardo.
Rocco es adicto al sexo y a los 53 años ha decidido terminar con eso a lo que él llama “tener el diablo entre las piernas”.
La decisión de su retiro es el eje del documental en el que, entre una escena de sexo y otra, Rocco nos cuenta su vida. Su infancia humilde, la muerte de su hermano y el carácter violento de su madre, con quien tuvo y tiene una relación singular al punto que, ya fallecida, le habla todas las noches pidiéndole que le permita continuar con su actividad. Aparentemente la anciana, desde el cielo o el infierno, le da el okey.
Las jóvenes que trabajan con él vienen en su mayoría de Europa del este y buscan una oportunidad con la estrella del porno para ver si pueden hacerse un lugar en la industria y sacar sus vidas adelante. El precio que pagarán será alto.
Mark Spiegler, representante de actrices porno, le dice en un viaje en auto a una de ellas:
El 24 tienes la escena con Rocco… El 25 te enterramos…
La chica ríe y pregunta: ¿Tendré que ser muy sumisa? ¿Hacer de todo?
Spiegler contesta. Le gustan las escenas duras… Si, tienes que hacer todo. Luego te daré días libres por si acaso.
El estilo “sexo duro” de Rocco se trata simplemente del maltrato y la violencia que el actor descarga sobre sus compañeras de escena.
Él hace el casting previo donde las pone a prueba para ver si resistirán la grabación de la película. Cualquiera probaría una bicicleta con más delicadeza.
Luego de una escena de sexo grupal entre dos jóvenes mujeres frente a cuatro o cinco discípulos del “semental de Italia” que son tan salvajes como él, las actrices y actores irán a las duchas. Los hombres parecen jugadores de un equipo de fútbol festejando en el vestuario un partido ganado. Las jóvenes van en silencio, con escoriaciones en la piel y un desconcierto en el rostro propio de quien está emocionalmente quebrado.
Rocco Siffredi lo ha logrado nuevamente.
Viendo a Rocco humillar mujeres detrás de cámara es muy tentador ubicarlo en el lugar de alguien con un problema psicológico que lo lleva a ese nivel de violencia.
Sin embargo, lo más indicado es pensar: todos los varones somos Rocco.
El patriarcado nos educó a todos por igual y Rocco es su mejor alumno. Lo hace todo bien. Desde el tamaño de su miembro a la capacidad de tener sexo 3 o 4 veces por día durante años. Desde la posibilidad de haberlo hecho con miles de mujeres al poder de control que ejerce sobre ellas.
Él es uno de los nuestros y logró el mejor resultado. El resto de los varones solo deberíamos sentir admiración o envidia por él. Por eso, cuando el tipo sale a la calle o va a una discoteca, lo saludamos efusivamente y nos sacamos selfies con él, tal como lo muestra el documental.
Deberíamos, en cambio, ver en qué medida nos parecemos a él. Hasta qué punto hemos deseado en algún momento emular algunas de sus proezas, aunque más no sea en la humilde escala que nos lo permiten nuestras condiciones y atributos.
Debemos encontrar ese punto en el que somos Rocco para tratar de desactivar ese mecanismo para siempre.
Debemos hacerlo para contribuir, de alguna manera, a desmontar la monstruosa maquinaria del patriarcado en la que la pornografía mainstream es un engranaje que contribuye a sostenerlo y propagarlo.
Para ver si algún día se cumple ese clamor que reza: el patriarcado se va a caer.
Que así sea.