Si alguien dice “Harlem”, lo más probable es que inmediatamente se piense en el conocido barrio de Nueva York, internacionalmente conocido por sus clubes de jazz y herencia afroamericana, repleta de historias, restaurantes y bares de moda que le dan vida a la noche de la ciudad. Centenares de películas han construido un estereotipo del barrio en torno a la negritud, a las mafias, a la música.

Pocos saben que, en su origen, se llamaba Nieuw Haarlem (Nueva Haarlem), nombre que le puso el holandés Peter Stuyvesant en 1658 en honor a la homónima ciudad holandesa, bastante más antigua. En la Edad Media ya era una potencia textil y cervecera. Y en la Guerra de los Ochenta Años contra el imperio español (1568-1648), una vez en manos de Guillermo de Orange, se tornó en refugio de protestantes, flamencos y muchos ricos y poderosos. 

Harleem, el pintoresco pueblo de Países Bajos donde regirá la primera prohibición de publicidad sobre carne. Imagen: elpais.com/ thelightwriter / alamy

Entre ellos, el arquitecto que rediseñó la ciudad, Lieven de Key, o el pintor Frans Hals. A Haarlem se la conocía entonces como la ciudad de los pintores. Ahora esta pequeña ciudad de 160.000 habitantes, distante apenas 30 kilómetros de la sofisticada Amsterdam, será internacionalmente conocida porque es la primera ciudad del mundo en prohibir los anuncios públicos de carne. 

Si, de carne; el calentamiento global está cambiando el mundo: apenas ayer leíamos que el asado puede ser una manifestación patriarcal y machista.

Una decisión "polémica"

Según informa hoy The Guardian, el municipio tomó la decisión de poner vigente la prohibición a partir de 2024 después de que se agregara la carne a una lista de productos que se considera que contribuyen a la crisis climática. No se permitirán anuncios en los autobuses, marquesinas y pantallas de los espacios públicos de Haarlem.

La prohibición aprobada también cubre los vuelos de vacaciones, los combustibles fósiles y los automóviles que funcionen con combustibles fósiles. La prohibición se demora hasta 2024 para permitir la readecuación de los contratos ya existentes.

En el artículo mencionado, Ziggy Klazes, concejala del partido GroenLinks y redactora de la moción que prohíbe la publicidad de carne, dijo que no sabía que la ciudad sería la primera del mundo en aplicar esta política cuando la propuso.

Entrevistada por una radio local dijo: “No nos preocupamos por lo que la gente está horneando y asando en su propia cocina; si la gente quiere seguir comiendo carne, bien... Pero no podemos decirle a la gente que hay una crisis climática y alentarlos a comprar productos que son parte de la causa”.

El sector cárnico ya puso el grito en el cielo: el municipio "está yendo demasiado lejos al decirle a la gente lo que es mejor para ellos".
Por su parte el grupo Trots Haarlem, se opone a la iniciativa bajo el concepto “Orgullosos de la Carne”: “Es notable que el municipio de Haarlem esté llevando a cabo una gran campaña de carteles de que puedes ser tú mismo en Haarlem y amar a quien quieras. Pero si te gusta la carne en lugar del pasto, la 'brigada de patrocinio' vendrá y te dirá que estás completamente equivocado".

La ciencia dice

La lista de evidencia sobre las contribuciones de la carne, especialmente de rumiantes, al calentamiento global, es abrumadora. Si la producción mundial de alimentos es responsable de un tercio de todas las emisiones de calentamiento del planeta, la carne es responsable de 2/3 del total aunque solo representa 1/6 de los alimentos.

O sea, cada kilo de carne producido contamina unas 10 veces más que cada kilo del resto de los alimentos.

Es que no sólo se debe poner en la cuenta que los animales producen grandes cantidades de gases de efecto invernadero (CO2 mientras respiran y metano si son rumiantes) sino que además debe considerarse la producción de cultivos para alimentarlos y los bosques desaparecidos para permitir los cultivos y crianza del ganado.

A lo que debe agregarse que, al menos en occidente, la población es mayormente "carnivora". Por ejemplo, las cifras de la Oficina Central de Estadísticas de Países Bajos (Centraal Bureau voor de Statistiek, CBS), dicen que en 2021 los carnívoros todavía representaban alrededor del 95% de la población del país. Más de la mitad declaraba no consumir carne todos los días de la semana pero solo el 5% de la población no comía nada de carne.

Sobre la efectividad de estas medidas

Los únicos precedentes viables para analizar este caso parecen las medidas adoptadas con el tabaco y las bebidas. Hay consenso en que funcionan desalentando el consumo pero no bajo cualquier condición.

En el caso del tabaco, por ejemplo, existe un estándar que han consensuado más de 180 países en el Convenio Marco para el Control del Tabaco y sus directrices. Allí a lo que se atiende es que las restricciones parciales que sólo prohíben la publicidad de tabaco en determinados medios carecen de efectividad  para la reducción del consumo. Es que la publicidad que se prohíbe por un canal comunicacional se despliega por otro, por lo que no se logra el efecto buscado, que es la reducción del consumo y la protección de la salud pública. 

Lo cierto es que tal vez este sea el primer paso de una larga cadena que termine con una humanidad que consumirá, más tarde o más temprano, solo vegetales e insectos. Las carnes serán una rareza, un lujo o un objeto tabú.