¿Tiktokeros y fans del K Pop le arruinaron el primer acto a Trump?
Discuten por qué el acto con que Trump retomaba la campaña fue un fiasco.
Como en los libros de "¿Dónde está Wally?" podría uno pasarse un buen rato tratando de encontrar a los escasos participantes del acto en Tulsa que llevaban barbijo. Y eso que los organizadores habían repartido a cada asistente un barbijo de campaña luego de rociar con alcohol a todos y cada uno.
Pero es otro el centro del debate en este acto con el que Trump retomó su campaña electoral en plena pandemia: ¿Quiénes son los responsables de la pobrísima asistencia?.
Su equipo había anticipado multitudes para su primer mitin en Tulsa (Oklahoma), en un salón con capacidad para 19.000 espectadores y hasta se decidió instalar un escenario en el exterior del recinto para que los que se quedaran fuera pudieran al menos ver a su héroe. Pero lo de la noche del sábado, al menos en términos de asistencia, fue un auténtico fiasco.
Centenares de adolescentes usuarios de la red social TikTok y fans del K-pop, el pop coreano que arrastra multitudes en Internet, se han atribuido la responsabilidad.
Muchos usuarios de TikTok y los conocidos como Kpopers aseguraron haber registrado a centenares de miles de asistentes para el mitin de Trump, sin ninguna intención de asistir con la intención de que se vieran localidades vacías, después de que la campaña de reelección del presidente invitara a sus seguidores a registrarse con sus móviles para obtener entradas gratis para el evento. Populares cuentas de Kpopers viralizaron la iniciativa, que se convirtió en tendencia en TikTok, la popular red social de propiedad china, con millones de vídeos de usuarios invitando a otros a registrarse para el evento de Trump.
El lunes, Brad Parscale, presidente de la campaña de reelección del presidente, aseguró en Twitter que habían recibido más de un millón de solicitudes de entradas. Pero, llegado el sábado, las localidades vacías en el recinto eran evidentes, y la organización decidió que, ante la escasa convocatoria, Trump y el vicepresidente Mike Pence no acudirían al escenario que se había colocado en el exterior del recinto para las multitudes que se esperaba que se quedaran sin entradas.
La campaña de Trump atribuye la decepcionante convocatoria a supuestos manifestantes contra el presidente que impedían a los seguidores acceder al mitin. Se habían convocado protestas, relacionadas con la movilización antirracista que vive el país desde la muerte hace un mes del afroamericano George Floyd a manos de la policía. Pero los periodistas que cubrieron el evento informaron de que las protestas fueron escasas y, en todo caso, insuficientes para impedir a la gente entrar al recinto.
El propio Parscale ha difundido este domingo un comunicado en el que niega cualquier eventual influencia de la movilización juvenil en redes sociales en la asistencia al evento, “Los izquierdistas y trolls de Internet que cantan victoria, pensando que de alguna manera impactaron en la asistencia al mitin, no saben de lo que hablan o cómo funcionan nuestros mítines”, explica. “Constantemente eliminamos números de teléfono falsos, como hicimos con decenas de miles en el mitin de Tulsa, para calcular el posible número de asistentes”.
El lugar escogido era claramente territorio amigo: el conservador Estado de Oklahoma, donde hace cuatro años Trump arrasó en las urnas por 36 puntos de diferencia. Hoy uno de los 7 estados en que las autoridades sanitarias reportan un máximo de infectados por coronavirus.
La pobre asistencia y la polémica por la responsabilidad no impidieron a Trump retomar su campaña electoral de la forma que más ama esta estrella de la telerrealidad, con un largo mitin plagado de burlas. No dejó tema sin tocar: alertó de que si en noviembre ganan los demócratas, las turbas dominarán las calles y nadie volverá a estar seguro. Aseguró que Estados Unidos tenía muchos contagios de coronavirus -el “virus chino”, según sus palabras- porque hacía más pruebas que nadie y, por eso, había pedido que los reduzcan (la Casa Blanca aseguró después que bromeaba). Pidió una nueva ley para penar con un año de cárcel a quien queme la bandera de Estados Unidos (acto protegido por la libertad de expresión). Y acusó a Joe Biden de someterse a “la izquierda radical”.