Agua embotellada: 1000 veces más cara y 1400 veces más contaminante que el agua corriente
Un reciente estudio científico recomienda limitar su uso a regiones en donde no hay disponible agua potable.
Hay cosas difíciles de digerir, pero si es agua, puede ser difícil de tragar.
A pesar de su creciente popularidad en el mundo, el agua embotellada no es una buena alternativa para el medio ambiente. Para citar a la Oficina de Sostenibilidad de la Universidad de Harvard, "todo el ciclo de vida del agua embotellada utiliza combustibles fósiles, causa contaminación y contribuye al calentamiento global ".
Aunque las botellas de agua son reciclables, en la mayor parte del mundo, terminan convertidas en residuos contaminantes: los estadounidenses (¡que usan 1500 botellas de agua por segundo!) tiran a la basura alrededor del 80% y en Argentina esa cifra supera el 90%.
En los EE. UU. se emplean unos 17 millones de barriles de petróleo y en Argentina unas 10 veces menos (¡1,6 millones de barriles al año!) para producir el plástico que se utiliza para satisfacer la demanda anual de agua embotellada. A este número debería agregarse el combustible consumido en la distribución del producto.
En suma, el agua embotellada requiere 2000 veces más energía para producirse y distribuirse que su equivalente de la canilla. Los procesos de extracción y fabricación utilizados por las empresas de agua embotellada también pueden tener efectos ambientales y económicos negativos, sin mencionar que equivalen a la privatización y mercantilización de un recurso limitado e invaluable al que todos deberían tener un derecho universal.
En este contexto no pueden obviarse las conclusiones de un reciente trabajo de investigación: el impacto del agua embotellada en los recursos naturales es 3.500 veces mayor que el del agua corriente.
El estudio, primero de su tipo, examinó el impacto del agua embotellada en Barcelona, donde se está volviendo cada vez más popular a pesar de las mejoras en la calidad del agua del grifo en los últimos años.
Una investigación dirigida por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) concluyó que si toda la población de la ciudad bebiera agua embotellada, el costo de extracción de recursos sería 3500 veces más alto que si todos bebieran agua de las canillas, agregando unos 85 millones de dólares de gastos anuales.
Si en lugar de monetizar el costo extra para la ciudad, se mide el impacto ambiental, la huella ambiental del agua embotellada en los ecosistemas es 1.400 veces mayor que el del agua corriente.
Los autores concluyeron que la reducción de los impactos ambientales compensa con creces el bajo riesgo de cáncer de vejiga asociado con beber agua corriente. El proceso de tratamiento del agua potable, cuando se utiliza cloro como desinfectante, puede generar presencia de trihalometanos (THM), que se han asociado con un mayor riesgo de cáncer de vejiga. La normativa europea de criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano al igual que el Código Alimentario Argentino, fija una concentración máxima permitida de THMs totales de 100 µg/l.
La autora principal del estudio, la investigadora de ISGlobal Cristina Villanueva, dijo: “No hay razones de salud que justifiquen el uso generalizado de agua embotellada. Es bastante obvio que los impactos ambientales del agua embotellada son mayores en comparación con el agua corriente".
Villanueva agregó: “Necesitamos políticas más activas para cambiar esta situación. Por ejemplo, en Barcelona, podríamos tener más campañas de educación para concientizar al público de que los beneficios para la salud de beber agua embotellada son menores en comparación con los impactos ambientales. Necesitamos mejorar el acceso al agua pública, a las fuentes públicas, a los edificios públicos donde puede traer su propia botella y no necesitar comprar una”.
La Ecuación Económica
Cuando no se dispone de agua limpia y segura, beber agua embotellada se convierte en una necesidad. Sin embargo, el consumidor promedio no compra agua embotellada por necesidad, sino porque es cómodo y, a menudo, se comercializa anunciando ser más pura o nutritiva que el agua corriente, a pesar de que muchas veces ni siquiera proviene de las fuentes atractivas que los consumidores suponen. Y por supuesto, es sustancialmente más cara.
Como referencia, en Córdoba, el precio por litro del agua embotellada es unas 1000 veces mayor si se compra por internet (unos $ 40/litro) hasta 2500 veces más cara si se compra en un kiosco. La referencia son los entre 2 y 4 centavos que cuesta el excedente de consumo que factura Aguas Cordobesas por cada litro que sale de nuestras cordobesas canillas.