Bolsonaro erosiona la imagen internacional de Brasil
Los inversores extranjeros esperarían hasta 2022 para volcar recursos en el segundo país más afectado por el Covid-19. La imagen pública del presidente fue degradándose al ritmo de las curvas de contagios y fallecidos.
Jair Bolsonaro, positivo de coronavirus. La noticia en principio fue impactante y al mismo tiempo previsible. Finalmente el presidente, después de sus promocionados paseos por Brasilia compartiendo abrazos y arengas con sus simpatizantes, estaba junto al pueblo y se sumaba a las estadísticas.
Diversos medios del mundo, como Der Spiegel, The Economist y Le Monde, confeccionaron el historial de declaraciones del mandatario. De los párrafos más célebres de Jair Messias Bolsonaro, el militar retirado que integró la Cámara de Diputados durante siete mandatos, aquí elegimos el siguiente pasaje: "Por mi historia de atleta, en caso de que fuera contaminado por el virus, no tendría que preocuparme, no sentiría nada”, dijo el 24 de marzo.
A medida que Bolsonaro fue ganando espacio en los medios, alimentando polémicas y confrontando con gobernadores y figuras públicas que criticaban la gestión sanitaria federal, la imagen de Brasil en el concierto mundial fue perdiendo respeto. A ese mismo ritmo, el país trepó en la triste tabla de infectados y muertes; sólo es superado por los EE.UU.
La consultora Curado & Asociados analizó las publicaciones en torno a Brasil y el impacto de la enfermedad desde la óptica de siete medios internacionales. La conclusión del análisis es que la percepción negativa del país creció en el segundo trimestre como consecuencia de una “crisis ética y falta de gestión”.
La noticia de que el presidente dio positivo en el test de coronavirus, destaca el muestreo de C&A, tuvo mucha repercusión por la forma irrespetuosa en que hizo el anuncio. Además del evidente desprecio hacia toda la prerrogativa sanitarista, se puede leer en la actitud presidencial un gesto hacia el propio interior del gobierno, con el fantasma de un posible impeachment en puerta y la complicada situación procesal de uno de sus hijos en causas vinculadas a la corrupción y el asesinato de la concejala Marielle Franco.
Con una fuerte tradición diplomática, Brasil ha pasado en poco tiempo de tener una consideración internacional en el ámbito de las relaciones exteriores a no ser invitado a participar en un debate multilateral sobre cómo abordar la crisis sanitaria a cargo de la Organización Mundial de la Salud.
“La cobertura de la crisis sanitaria ha agravado la percepción de un Gobierno irresponsable, de una administración sin liderazgo, llena de declaraciones negacionistas sobre la enfermedad” dijo Olga Curado, socia fundadora de Curado & Asociados.
Cuando el límite del grotesco parecía haber llegado, el presidente brasileño anunció en el Palacio da Alvorada que había dado positivo y se quitó el barbijo mientras hacía declaraciones a la prensa. Bolsonaro insiste en que el virus sólo es peligroso para las personas mayores, entre las que él está (tiene 65 años), y para quien tiene enfermedades previas.
Capital y ambiente, una compleja relación
En otro orden, la consultora pone en relieve la cautela de fondos e inversores por el poco claro panorama en la gestión del ambiente, y más específicamente la gestión del Amazonas. El 23 de junio, por ejemplo, tres periódicos, The Guardian, The New York Times y The Washington Post, publicaron reportajes sobre las advertencias que hacían grandes fondos a Brasil por las políticas de “desmantelamiento” de la Amazonia. El empresariado brasileño se unió al reclamo con un manifiesto similar.
“Los inversores no se han comprometido a invertir, quieren ver resultados, quieren ver que se reduce la deforestación”, dijo Hamilton Mourão, vicepresidente brasileño. Al igual que Bolsonaro, el vice sostiene que se exagera sobre la destrucción en la región. El Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) registró que la Amazonia tuvo un desmonte mensual récord en junio.
Desde el punto de las relaciones exteriores, el desgaste de la imagen de Brasil ante la pandemia, que ya ha provocado más de 74 mil muertes y está cerca de registrar 2 millones de infectados, ha provocado una pérdida de representación en los foros internacionales, sólo auxiliado por su principal socio político y simbólico: los EE.UU de Donald Trump.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no invitó a Bolsonaro a participar en un debate multilateral sobre cómo abordar la crisis sanitaria. “Tradicionalmente, siempre ha habido una diplomacia brasileña competente y profesional, que ni los Gobiernos militares pudieron destruir”, explicó Javier Vadell, profesor de relaciones internacionales en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais al diario El País de España. Ante la irrupción de la pandemia, un evento extraordinario que ningún gobierno preveía, el rechazo a una gestión seria de la enfermedad ha logrado que, según Vadell, “la reputación del país esté por el suelo”.