Calor extremo en Brasil: desmayos, récord de demanda energética e incendios forestales
Acostumbrados a temperaturas tropicales, los propios brasileños se sorprenden por la intensidad de la actual ola de calor que domina gran parte del territorio. Focos activos en el Pantanal se suman a un escenario de sequía.
En Río de Janeiro recomiendan a vendedores de playa y población en general no estar expuestos al sol y evitar salir a las calles en horarios críticos. Debido a las altas temperaturas rige una alerta sanitaria y se ha disparado la demanda de energía. Pero estos no son todos los problemas: los incendios en Pantanal complejizan la cuestión ambiental.
Según el Instituto Nacional de Meteorología la mayoría de los estados brasileños se enfrentan a un “gran peligro”. La institución emitió una alerta roja para el centro-oeste, sudeste y partes del norte advirtiendo de “una alta probabilidad de grandes daños y accidentes, con riesgos para la integridad física o incluso para la vida humana”.
El índice de sensación térmica -combina temperatura y humedad- alcanzó los 58,5°C el martes por la mañana en Guaratiba, en la zona oeste de Río, el índice más alto registrado desde que se realiza la medición.
Aunque las temperaturas reales descendieron sensiblemente el miércoles, se espera que vuelvan a crecer en torno a los 40°C este jueves.
Los habitantes de Río siempre han considerado el sol, el calor y la playa parte de su identidad, afirmó Núbia Beray, coordinadora del laboratorio GeoClima de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
“Los cariocas vuelven a casa del trabajo en ómnibus sin aire acondicionado. Los vendedores ambulantes no pueden trabajar porque a veces se desmayan. El calor mata”, afirmó Beray a la Agencia AP.
El calor extremo puede afectar a la respiración, los riñones y el corazón, con especial riesgo para los más jóvenes y los ancianos.
Las temperaturas en toda América del Sur se ven afectadas por el fenómeno climático El Niño, un acontecimiento periódico de origen natural que calienta las aguas superficiales en la región del Pacífico ecuatorial. Pero este año, la temperatura del océano aumentó con extrema rapidez, en un par de meses, dijo Danielle Ferreira, climatóloga del Inmet, a la misma agencia.
El Niño ha causado históricamente sequías en el norte de Brasil y lluvias intensas en el sur, dijo Ferreira. Este año, los efectos del fenómeno climático han sido especialmente dramáticos.
En la selva amazónica, la sequía ha sido tan grave que las comunidades que dependen de los cursos de agua desecados se han quedado sin suministro de combustible, alimentos o agua filtrada. Y en el estado de Rio Grande do Sul, en el sur del país, las devastadoras inundaciones han causado decenas de muertos.
En San Pablo, las temperaturas alcanzaron los 37,7°C, a punto de batir un récord, según la empresa de meteorología MetSul. El estado de Mato Grosso do Sul registró 43°C la semana pasada, el récord de temperatura real durante esta ola de calor.
En medio del fuerte calor, los incendios forestales se extienden por el bioma del Pantanal, el mayor humedal tropical del mundo, que abarca partes de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul. Según el Laboratorio de Aplicaciones de Satélites Ambientales de la Universidad Federal de Río de Janeiro, los incendios han arrasado una zona del tamaño de Chipre, es decir, más de 947.000 hectáreas.
Las olas de calor se han multiplicado por siete en las últimas siete décadas, según un estudio publicado esta semana por el Instituto Nacional de Investigación Espacial, una agencia federal. La actual es la octava que azota Brasil durante 2023.