El Brasil de Bolsonaro y la incubación del virus
En la primera semana de detección del COVID-19 entraron por los aeropuertos más de 90 mil pasajeros provenientes de países monitoreados. Algunas cifras que ponen al descubierto la desatención oficial.
El dato surgió hoy a través de la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC): durante la semana en que se conoció públicamente el primer caso de COVID-19 entraron a Brasil más de 90 mil personas desde países que ya tenían en sus comunidades transmisión local del virus.
Sólo en los aeropuertos, del 23 de febrero al 1 de marzo, desembarcaron 91.932 personas provenientes de Italia, España, Estados Unidos, China, Reino Unido, Alemania, Francia y los Emiratos Árabes Unidos. La administración de Jair Bolsonaro, que todavía parece ir a contramano de todas las recomendaciones y políticas que han implementado gran parte de los gobiernos de todo el mundo, recién decidió cerrar sus ingresos aéreos el 19 de marzo. Ese mismo día en Italia se registraban 41.035 infectados, en España 18.037 y en los EE.UU 12.304, sólo por poner los ejemplos más notables.
Para entender la rapidez y propagación del virus, el caso de Italia es el más extremo aunque también el que mejor indica la peligrosidad de no actuar a tiempo: el 23 de febrero eran 155 los casos confirmados. Una semana después, el 1 de marzo, la cifra de infectados era de 1.694 y los fallecidos, siempre siguiendo las números oficiales, llegaban a 34. El domingo siguiente, 8 de marzo, los muertos alcanzaban la tremenda cifra de 366 y los infectados superaban los 7 mil. Hoy Italia se encuentra sumida en la angustia con sus 17.198 fallecidos y uno de los porcentajes más alto en términos de letalidad del virus: 12,6%.
El primer paciente con COVID-19 en Brasil fue un hombre de 61 años que del 9 al 21 de febrero había estado justamente en Italia. La confirmación sanitaria de que este paulista estaba infectado se dio el día 26 de febrero.
Desde esa fecha y hasta el cierre de la entrada aérea de extranjeros (19 de marzo) el 54% (49 mil pasajeros) de los que ingresaron a los aeropuertos brasileños llegaron desde los Estados Unidos. 11 mil de estos pasajeros (22%) arribaron desde New York. Ayer, 7 de abril, murieron en la inmensa capital cultural de los Estados Unidos 731 personas, el mayor número registrado hasta el momento en la ciudad que ha venido representando desde comienzos del siglo XX la cara del capitalismo más pujante.
Si observamos la evolución de la curva en los diferentes países y las medidas que se han tomado en las distintas fases de la pandemia, Brasil parece no haber atendido seriamente las recomendaciones y alarmas que llegaban, primero desde Asia y luego desde Europa, que con sus cifras indicaban que había que prepararse para lo imprevisible.
En este lodazal está nuestro principal socio comercial: con un gobierno en plena disputa interna, un presidente sobreactuando su irracionalidad y un sistema sanitario que desde hace décadas sólo está disponible para una muy pequeña porción de la población. Esta mañana en su difusión diaria la OMS dio la cifra total de muertos en Brasil: 688. Una de las teorías dice que el origen del nombre viene de brasa, de aquello que quema insoportablemente.